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miércoles, 20 de febrero de 2013

Antes de Morir II


Fernando se dirigía con buen ritmo hacia la posada del pueblo, tenía ganas de disfrutar de su plato favorito, quería probar, una vez más, ese salmón que tanto le gustaba. Mientras caminaba una serie de interrogantes se encontraban en su cabeza: ¿Por qué a él? ¿Qué debe hacer? ¿Por qué la muerte le ha avisado? Y así una larga lista de preguntas sin respuesta que era incapaz de comprender.

Continuó su camino hasta llegar a la puerta de la posada, cuando estuvo allí se asomó por la ventana, la posada estaba especialmente decorada con unos adornos que caían desde el techo, Ana, la posadera desde hacía años, mostraba un rostro de cansancio, no daba abasto con tanto trabajo. Fernando se dispuso a entrar, recibiendo la mirada de las veinte o treinta personas que se encontraban en el interior, Ana lo dirigió a una mesa individual. No hizo falta que le preguntase que quería tomar, estaba claro que el salmón con eneldo era el plato elegido.

Ana se retiró a la concina, mientras tanto Fernando que esperaba decidió escribir una pequeña nota a la quien le había atendido en la posada desde hacía años, la nota decía así:
“ Querida Ana:  gracias por tu servicio durante estos años, ahora debo marchar, no sé a dónde voy, si volveré o no, y qué me espera, pero pensé que sería correcto despedirme de ti aunque fuese a través de una humilde nota.”

Ana apareció de nuevo en el comedor, cargada con una bandeja, en ella estaban la ración de salmón y una copa de los mejores vinos. La dejó sobre la masa y Fernando comenzó a saborear, por última vez, su plato favorito, lo hizo sintiendo todos los sabores que le transmitía, observando cada minúsculo detalle, y valorando más que nunca ese plato. Cuando terminó dejó unas cuantas monedas de oro sobre la mesa, acompañadas de una pequeña propina para Ana, se marchó, habiendo cumplido con uno de sus deseos, concluyendo así con la segunda hora antes de morir.