Supongo que la mayoría de ustedes ya habrán visto el
anuncio de la lotería de estas navidades, y aunque la prensa y los críticos ya
han utilizado una gran cantidad de adjetivos: lacrimógeno, optimista, irreal…
He decido escribir unas líneas para reflexionar acerca del anuncio, y sobre
todo de su mensaje.
“El mayor premio es compartirlo”,
con ese slogan nace la campaña de la lotería de este año, que en una situación
que aún continúa siendo de apuros económicos para gran parte de la población
española, hace un llamamiento a esa solidaridad que tenemos, a ese valor que
tienen las relaciones humanas por encima de lo económico. Lo reconozco, el
anuncio se asemeja más a un cuento de hadas que la vida real, eso es
irrefutable; pero a pesar de eso, y aún siendo ateo existen motivos para creer
en la Navidad, como acontecimiento social y cultural, en el que todos, independientemente
de nuestras creencias, sometemos a cambios nuestras pautas habituales de
comportamiento; y no hablo precisamente de poner el Belén, o de montar el árbol
de Navidad, me refiero a ese sentimiento de solidaridad, de generosidad que se
respira incluso en los centros comerciales agolpados por la necesidad de ligar
Navidad y consumismo. No sé si son cosas mías, o que he visto muchas pelis
americanas, pero en Navidad, todos somos mejores personas, o al menos no tan
malas; el que no se conforma es porque no quiere.
Volviendo al anuncio, quiero
decir que aunque la situación que se plantea a simple vista parece utópica,
conforme se acerca la Navidad, se me va desdibujando esa primera idea de
quimera. El mayor premio, efectivamente, no es que te toque la lotería, sino
compartirlo o tener a alguien con quien compartirlo, un hombre infinitamente rico
que no cuente con unos lazos sociales que le permitan vivir en un clima de
solidaridad, se torna, en cambio, en un hombre infinitamente pobre. Por ello,
ojalá que el anuncio de la lotería nos sirva para trasladar un poquito de ese sentimiento
de amistad y de unión a nuestra vida, a nuestro día a día.
La felicidad no emana del dinero,
sino y en todo caso, de su utilización, y qué mejor manera de darle uso que con
aquellos a quienes queremos, perdonen si les suena demasiado remilgado, pero ya
saben, la Navidad se acerca.