Twitter: @JaviVillegas97

miércoles, 19 de noviembre de 2014

"El mayor premio es compartirlo"

Supongo que  la mayoría de ustedes ya habrán visto el anuncio de la lotería de estas navidades, y aunque la prensa y los críticos ya han utilizado una gran cantidad de adjetivos: lacrimógeno, optimista, irreal… He decido escribir unas líneas para reflexionar acerca del anuncio, y sobre todo de su mensaje.

“El mayor premio es compartirlo”, con ese slogan nace la campaña de la lotería de este año, que en una situación que aún continúa siendo de apuros económicos para gran parte de la población española, hace un llamamiento a esa solidaridad que tenemos, a ese valor que tienen las relaciones humanas por encima de lo económico. Lo reconozco, el anuncio se asemeja más a un cuento de hadas que la vida real, eso es irrefutable; pero a pesar de eso, y aún siendo ateo existen motivos para creer en la Navidad, como acontecimiento social y cultural, en el que todos, independientemente de nuestras creencias, sometemos a cambios nuestras pautas habituales de comportamiento; y no hablo precisamente de poner el Belén, o de montar el árbol de Navidad, me refiero a ese sentimiento de solidaridad, de generosidad que se respira incluso en los centros comerciales agolpados por la necesidad de ligar Navidad y consumismo. No sé si son cosas mías, o que he visto muchas pelis americanas, pero en Navidad, todos somos mejores personas, o al menos no tan malas; el que no se conforma es porque no quiere.

Volviendo al anuncio, quiero decir que aunque la situación que se plantea a simple vista parece utópica, conforme se acerca la Navidad, se me va desdibujando esa primera idea de quimera. El mayor premio, efectivamente, no es que te toque la lotería, sino compartirlo o tener a alguien con quien compartirlo, un hombre infinitamente rico que no cuente con unos lazos sociales que le permitan vivir en un clima de solidaridad, se torna, en cambio, en un hombre infinitamente pobre. Por ello, ojalá que el anuncio de la lotería nos sirva para trasladar un poquito de ese sentimiento de amistad y de unión a nuestra vida, a nuestro día a día.


La felicidad no emana del dinero, sino y en todo caso, de su utilización, y qué mejor manera de darle uso que con aquellos a quienes queremos, perdonen si les suena demasiado remilgado, pero ya saben, la Navidad se acerca.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Destruyendo a Hércules.

Antes que nada quiero aclarar que no soy un gran entendido en cine, ni soy de los que se quedan en vela la noche de los Oscar, y que me encanta Woody Allen, le pese a quien le pese. Ahora bien, sé reconocer una buena película cuando la veo, y hoy quiero hacer una breve crítica de la nueva versión de “Hércules”.

La película según su director y la productora, se enmarca dentro del género de acción y aventuras, aunque más bien, de forma personal lo incluiría en comedia, pero porque como dice el dicho te ríes por no llorar. Hay que tener en cuenta que hacer una adaptación en la que el personaje principal no es otro que Hércules o Heracles, como en verdad debería llamarse, es complicado, pero una cosa es no salirse de lo mediocre y otra caer en lo burdo y en la idiotez, como ocurre en este caso, no cabe lugar a dudas de que Hesíodo se llevaría las manos a la cabeza al ver esto, o sin irnos tan lejos, cualquier amante de la cultura clásica que en algún momento haya tenido un cierto interés por la historia de Hércules.

El largometraje cuenta con un presupuesto de cien millones de dólares, que en comparación con otras películas del supuesto género, se quedan algo atrás, pero desde luego, dan de sobra para hacer las cosas mejor, para empezar por hacer una elección digna de los actores, que desde luego, dejan mucho que desear. El director tiene pretensiones muy elevadas como puede observarse en el mensaje final de la película, tratando de hacer ver que la heroicidad puede estar presente en cualquiera que se supere y esfuerce, algo que no me parece mal, pero claro cuando lo haces así, el héroe no es otro que el que aguanta la película entera sin dormirse. Sé que se es muy crítico con el cine español, yo el primero, puedo contar con los dedos de las manos las películas españolas que me han gustado, pero he de decir que “Ágora” de Amenábar es infinitamente mejor y con la mitad del presupuesto, aunque tampoco me enamora ni mucho menos.

Caso aparte es la actuación de Irina Shayk, quien comentaba en una entrevista que nunca había recibido clases de interpretación, algo que me resulta cuanto menos cómico, ya que los apenas 30 o 40 segundos que aparece en la película (y no trato de exagerar), es capaz de hacerlos cualquiera que no haya subido a un escenario ni para una actuación infantil, y lo digo sin acritud, dejando a un lado mi sentimiento colchonero.


En resumen, la película es mala, parece que está hecha sin ganas y no se la recomendaría a mi peor enemigo, porque cuando alguien sale del cine con el pensamiento de que le han estafado, desde luego el director debería replantearse alguna que otra cosa, pero bueno tal y como decía algún crítico profesional de cine, es una película con más dinero que cerebro.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Ante todo, personas

Yo siempre he tenido una gran cruzada frente a la igualdad de género, aunque a mí me gusta más decir igualdad de posibilidades. Obviamente hombre y mujer no somos iguales (el igual sólo existe en matemáticas, cualquier cosa que sea tangible no es igual a otra). Me he animado he escribir sobre ello por fin gracias a ciertas cosas que han pasado: la elección como sucesora de Emilio Botín a su hija Ana Patricia, y que se vayan a celebrar en los próximos días la fiestas patronales de mi pueblo.

Cuando me enteré el día que murió Botín de que su hija probablemente fuese su sucesora me mantuve escéptica, pensé que algo harían para plantar a un hombre de presidente, siendo aparentemente la más preparada para el cargo una mujer. Me alegré muchísimo de no haber acertado, pensé que el mundo podría estar cambiando. Con esos pensamientos llegué a mi pueblo, dispuesta a pasar unos buenos días. Esta mañana acudía a un acto en el que toman cargo los mayordomos, damas y hermano mayor del año. Este último lee un discurso precioso y emotivo; es un puesto obtenido por sorteo, sobre el cual recae la responsabilidad de organización de los actos litúrgicos de las fiestas del pueblo y sólo puede ser ostentado por un hombre. El acto"central" de las fiestas es la procesión,donde algunos mayordomos y miembros de la junta de la hermandad la organizan, la función de las damas en todo esto es "adornar" al lado de los estandartes, que por supuesto no llevan (sé que pesan bastante pero creo que hay mujeres capacitadas para llevarlos) o acompañando a la imagen yendo al lado del hombre que va empujando la carroza. Peor es el caso de Ciudad Real, capital de la provincia (otro de los grandes problemas de España, pero de ese no voy a hablar ahora), se supone más desarrollada, pero sólo pueden ir acompañando de cerca a la imagen de la patrona hombres.

Personalmente estás cosas me sientan bastante mal y no es porque tenga muchísima devoción a estas imágenes (no son para nada lo más importante, a mí modo de ver) sino porque la mujer, sumisa, acepta tal relegación escudándose bajo la tradición, en el "siempre se ha hecho así". La tradición nunca, nunca, nunca implica que lo que se esté haciendo sea lo más correcto, casi todo debería estar sujeto a revisión y si procede cambio para adaptarse a los tiempos, para hacer efectivo eso que se proclama de boquilla en la sociedad, para pisar tierra; porque el camino se hace al andar.

Supongo que habrá gente que dirá que estos problemas nacen por ser un acto religioso, pero creo que las fiestas son el retrato de nuestra sociedad; al fin y al cabo para muchas personas son un encuentro social, un retorno de unos días a la tierra y no la Exaltación de la Cruz que celebramos. Yo formo parte de la Iglesia, hay cosas en ella que no comparto pero considero más efectivo trabajar desde dentro.

Para terminar, no quiero que piensen que defiendo la superioridad de la mujer sobre el hombre (sería un mal tan grande como el que describo). Simplemente, creo en que desde nuestras capacidades, diversas por supuesto (pero también entre las personas lo son), tengamos todos como personas semejanza de oportunidades desde la que cada uno hará lo que mejor sepa, pueda y quiera hacer. Dejémonos enriquecer por esta diversidad.

En búsqueda de lo complejo.

Puede que sean tonterías mías o que sean cosas que a uno se lo ocurren un día de dormir poco y pensar mucho, pero hay que ver lo tontos que somos y lo que nos gusta complicar lo simple, hasta el punto de joder a los demás o jodernos a nosotros, o a los dos ya que nos ponemos.

No sé si es por aburrimiento, por pasar el rato, porque nos gusta ver sufrir a los demás,  o porque directamente somos o son (como dice el chiste mejor no pluralizar) gilipollas, y perdonen el vulgarismo, pero más de un día a uno le dan ganas de mandar a la mierda a todo y a todos, al menos por un tiempo.

Las cosas no son tan complicadas, y  tendrá gracia que sea yo el que lo diga, pero más de una vez y de dos y de tres, nos apetece tener conflictos, y sino los hay, nos encargamos de crearlos, el caso es quitar la simpleza a las cosas y buscar más y más problemas. Pero lo malo, bueno lo más malo, porque lo malo ya está desde el principio, llega después, cuando igual, que sólo igual nos arrepentimos de ser tan sumamente lelos y empezamos a darnos cuenta de que nos hemos equivocado, pero claro, cómo vamos a admitir ahora ante el bobo de turno (que en realidad resulta ser un amigo de toda la vida) que hemos metido la gamba, parece que nos contagiamos de ese espíritu de orgullo que nadie sabe de dónde ni porqué ha salido y preferimos fastidiar más las cosas que pararnos a pensar, y ceder un poco, que aunque los escépticos no me crean, no enferma.

Ya está bien, a ver si empezamos a pensar un poco más, a querernos más, a nosotros y a los que tenemos y a dejarnos ver por dentro, que la gente transparente tiene mucho ganado. El orgullo mejor lo dejamos para las películas, y lo que si conservamos es la dignidad, que son cosas distintas, pero basta de caprichos y enfados por cuatro estupideces mal hechas o mal dichas; pero en fin, ya saben que cuando el diablo se aburre mata moscas con el rabo.

Busquemos más concordia, más amistad y dejemos que las cosas sean tan simples como son, que son bonitas sin que las compliquemos, a fin de cuentas, no conseguimos nada con tonterías varias que sólo sirven para estropear lo que tenemos, e igual no nos hemos parado a valorar. Recapacitemos sobre lo que hacemos mal, y sobre lo que hacemos a la ligera pero fastidiando a otros, y tengamos el valor de enfrentarnos a ello, de la forma que queramos, pero para mejorarlo, hacer que nuestro día a día sea un poco menos feo.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Las personas y el tiempo.

Ya saben que la inspiración no es mi fuerte, y que muchas veces tengo que recurrir a acontecimientos del día a día para exprimirlos y sacar un artículo, mejor o peor, de donde en verdad no lo hay. Estas líneas no son excepción, y hoy me atrevo a hablar sobre el paso del tiempo, que se dice pronto.

Podría escribir sobre la tecnología, sobre la literatura, sobre las redes sociales… Pero son temas tan amplios y tratados que quizá no sean los más adecuados, prefiero dedicar este artículo a algo más simple, a cómo pueden cambiar las cosas más cotidianas en función del tiempo, no se crean que me voy a remontar mucho atrás, tan sólo un año, trescientos sesenta y cinco días, que parecen mucho pero que en realidad, no son nada. Ya he dicho que este artículo no nace de mí, sino que gracias a una conversación de esas casuales e intrascendentales, surge mi idea, así que gracias a dicha persona y allá voy.

Hace un año las cosas eran muy distintas para todos, no me voy a un extremo dramático como puede ser la pérdida de un ser querido, o al extremo opuesto, hablo de para quienes este año no despunta de la más llana normalidad, y alguno pensará que si es normal no habrán cambiado tantas cosas, la única respuesta que puedo dar ante eso, es que se pare a pensar qué ha variado y verá que se encuentra en un error. Yo mismo he hecho ese ejercicio, y sí efectivamente he encontrado cosas que con el tiempo cambian, pero en verdad, me he dado cuenta de que son las personas las que más cambian, o al menos, de alguna forma, las relaciones que tenemos con ellas.

Nosotros queramos o no, consciente o inconscientemente estamos en continuo cambio, cuando nos equivocamos, cuando descubrimos algo, cada vez que aprendemos cosas nuevas, de alguna u otra manera hay facetas nuestras que no son iguales; no hay un solo día que nos despertemos y vayamos a dormir siendo exactamente la misma persona, el problema viene cuando lo que cambia no son meros detalles de nuestra personalidad, sino cuando nuestra esencia se tambalea y nos atrevemos a construir otra. Es entonces cuando no sólo somos nosotros los que estamos cambiando, sino que a la vez somos injustos con quienes tenían lazos de cualquier tipo con nosotros y cometemos el error de cambiarlos hasta poder romperlos. Hay muchas explicaciones, que no razones, para que alguien tenga el valor de cambiar su esencia, los más comunes: el miedo, la búsqueda de aceptación, el orgullo, el egoísmo… Pero en gran medida si alguien quiere cambiar de esa forma será porque no está contento con lo que tiene, o al menos no lo valora, por lo que allá él con su vida y su futuro, la contrariedad (por llamarlo de alguna forma) recae en aquellos que no han cambiado y ven como poco a poco esa persona se escapa, esclava de sus cambios.

Cuando nos toca ver como alguien cambia  tanto que se va de nuestro lado, a veces podemos plantearnos si es nuestro el error, pero aunque la autocrítica es enormemente positiva, no encuentro una forma mejor de expresar mi opinión que recurriendo a Oscar Wilde, y su frase: “Discúlpeme, no le había reconocido: he cambiado mucho”.  Por ello, cuando alguien cambie y decida cambiar también quien le acompaña, sólo podemos aceptarlo, y esperar, que al fin y al cabo el tiempo, es nuestro amigo más fiel. Eso sí, algunos lazos si se rompen, jamás volverán a formarse con la misma resistencia, no hay peor sentimiento que la decepción, ni peor error que renunciar a quien cambiaría por nosotros.

domingo, 3 de agosto de 2014

La nueva libertad.

Levanta una de sus manos en señal de protesta en mitad de la multitud que la acompaña, rodeada de pancartas, una multitud que presenta su voz como mejor arma, que lucha por conseguir la igualdad, que sueña con acabar con la opresión. Con la otra mano sujeta la de su hermana pequeña, aún inconsciente de lo que la rodea, pero lo suficientemente astuta para contagiarse del sentimiento y la ilusión de los que caminan con ella.

Corre el año 2050, las altas esferas económicas y políticas han ido pasando cada vez a peores manos, recuperando la esclavitud, aboliendo los derechos humanos, dejando a la luz las peores actitudes humanas, floreciendo la desigualdad con la mayor de las libertades, pero es ahora, cuando Lara junto a los que encaminan la ancha avenida dirección al parlamento han decidido no permitir que continúe el apogeo de los que se burlaron de todos los derechos que muchas generaciones anteriores consiguieron.

“Liberté, égalité, fraternité”; lema de la revolución francesa que hoy también es el axioma sobre el que se construyen las protestas, sobre el que se apoyan para buscar esa libertad, igualdad y fraternidad tan utópica como necesaria, un deseo atemporal que debe constituirse como universal para una humanidad marchita. Primero de mayo del 2050, protestas en Paris, Londres, Madrid, Berlín, Nueva York…

El origen de este clima de conflictos e indignación se remonta a décadas atrás, cuando la política fue destapando tramas de corrupción, cuando los conflictos bélicos en Oriente se convirtieron en algo normal, cuando la libertad y los derechos fundamentales fueron robados poco a poco, frente a los ojos de la masa ignorante y manipulada.

Lara nace en el año 2030 en el seno de una familia de alto nivel, su padre empresario de reconocido éxito le permite disfrutar de un nivel de vida que muchos envidian al otro lado de la ciudad, el Manzanares ya no es un río, ahora es una barrera que divide a  ricos y pobres, una barrera con mayor simbolismo que el muro de Berlín, la vida es muy distinta según el lado en que nazcas, el destino puede hacerte caer de uno o de otro, y es sin duda, el factor que más determinará tu vida.


Nacer en el lado de los ricos y poderosos significa una vida de comodidades, mientras que nacer en el otro implica una vida de sacrificios y esfuerzos, de carencias y calamidades. No existe la posibilidad de pasar de un bando al otro, los lazos a una de las clases son mas fuertes que los que ya se levantaron en la época medieval, la igualdad de oportunidades es algo digno de la ciencia ficción. 

viernes, 13 de junio de 2014

Porqué no me engaña Pablo Iglesias.

Más de un millón de personas confiaron su voto en las pasadas elecciones europeas a Podemos, el partido de Pablo Iglesias, quien fue la gran sorpresa de los comicios al lograr cinco escaños en el Parlamento Europeo. No dudo de que existieran votantes que lo escogerían por ideología, carisma o por sus propias convicciones personales, pero la verdad me niego a creer que fueran la mayoría de los que le otorgaron el voto.


Casi unanimidad de los demás grupos parlamentarios describieron el partido como populista, hipócrita, demagogo, y una serie de términos, con razones contundentes pero que se escondían bajo un velo de inseguridad y miedo. Todos estarán de acuerdo, en que Rajoy, Rubalcaba, Rosa Díez o Cayo Lara sentirán una gran envidia de Iglesias, quien no cabe lugar a dudas de que les podría dar más de una clase de oratoria, ahora bien, en política el cómo es muy importante ¿pero qué ocurre con el qué? Los pilares sobre los que se construye el programa de Podemos son utópicos, pero que no conforman una utopía esperanzadora, sino más bien una quimera caótica a la que nos conducirían los planteamientos irresponsables e incoherentes.
No voy a ir analizando punto por punto el programa de Pablo Iglesias, ya que cada uno de ellos puede convertirse en un tedioso debate, pero ¿acaso imaginan una España con un salario máximo, o realmente desean un IVA al 35%?


Algunos contestarán que sí, ofuscados en el mensaje totalitario y oportunista del que se opone a la “casta”, defender una república, unos ideales de izquierda, y unas políticas más abiertas respecto a la inmigración, son ideas comprensibles y lógicas, aunque no se esté de acuerdo con ellas, pero de ahí al prácticamente socialismo utópico que defienden hay una gran diferencia.
Ser demócrata significa aceptar la voluntad popular independientemente de la individual, pero desde luego, también significa estar comprometido con el derecho al voto, y dudo de cuántos se lo otorgarían con sólo conocerle de las tertulias que frecuenta, pero a mí usted no me engaña.


Le he visto recriminar a Marhuenda, o a Alfonso Rojo cuántas matrículas de honor consiguieron durante su licenciatura, yo únicamente le recuerdo una frase de Baltasar Gracián: “Presumir de saber es el primer paso hacia la ignorancia”, las notas son números, y pueden ser un argumento pero desde luego no son una garantía en absoluto. Tampoco lo es que antes de cada tertulia empleé horas en documentarse para realizar la defensa de sus ideales, lo cual elogio, pero repito no me garantiza nada. También le he visto en debates con incluso políticos de izquierda a los que ha recriminado que no conocían que era una revolución, pero Pablo dónde va usted a explicarle a Javier Nart qué es la desobediencia civil. Y así miles y miles de intervenciones subidas de tono y recriminables, como la falta de respeto que protagonizó solicitando la aplicación de la ley de extranjería a la Reina Sofía. También me pregunto qué clase de comunismo defiende usted, cuando su salario ronda los cuarenta euros la hora, me gustaría saber qué pensarían Engels o Trotsky sobre eso.



Usted defiende la independencia del País Vasco y Cataluña, lo que conlleva obviar la Constitución que votaron todos los españoles, su discurso poco a poco va recordando más al “todo para el pueblo pero sin el pueblo”, podría seguir, pero la verdad creo que es malgastar el tiempo, confío en la democracia como sistema y por ello espero que este país nunca le permita sentarse en el Congreso de los Diputados, y si algún día lo hace, allí estarán los que toquen para enfrentarse a sus ideas y en los cuales confío, ya lo dijo Voltaire: “No comparto lo que dices pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”; eso sí le pido coherencia, integridad y responsabilidad, parece que se le ha olvidado que es político y lo que ello conlleva, luchar contra el bipartidismo está bien pero no a cualquier precio y repito de nuevo, usted a mí ni me engaña ni me va a engañar. 

lunes, 26 de mayo de 2014

Sobre el aborto.

El aborto:
No hace falta irse muy lejos para hacerse oídos de la situación de conflictividad que gira en torno al encabezamiento de este artículo. El gobierno, en especial, el ministro de Justicia Alberto Ruíz Gallardón, han decidido (con dudas internas) penalizar esta práctica que desde el 2005 estaba legalizada en España atendiendo a una serie de plazos que la limitaban  por razones éticas y médicas lógicas.

Desde el punto de vista cristiano es una técnica que debería ser erradicada, si bien es cierto, que si nos paramos a pensar durante unos minutos, caeremos en la cuenta de que el aborto no va a dejar de existir de ninguna forma, pero ello no lo convierte en derecho y mucho menos el “aborto es sagrado” como ciertas asociaciones feministas han tratado de propagar a los cuatro vientos, haciendo lo que comúnmente se llama tirar piedras contra su propio tejado.
Ante esto, la diversidad de opiniones es tal, que ni siquiera la Iglesia Católica se ha podido pronunciar unánimemente al respecto, es un tema complejo, candente y abierto, no existe una verdad, si reflexionamos seremos conscientes de que nadie practica el aborto por gusto, sino que en prácticamente todos los casos se lleva a cabo en una situación dramática de gran complejidad psicológica y de la que ninguno tenemos el derecho (yo inclusive) para hacernos valer por jueces de valores éticos.
Al fin y al cabo, como ya hemos dicho, el aborto seguirá existiendo, otra cuestión es en las situaciones en las que se desarrolle, debido al riesgo que pueda existir a las calamidades que puedan concurrir ante la penalización de éste. Recordemos un poco de historia, trasladémonos a la dictadura franquista donde los mismos que prohibían el aborto enviaban a sus amantes hijas y mujeres a abortar a Londres,  o vayámonos aún más atrás cuando la Biblia cita que tenemos la obligación de defender el bien común, por tanto si estamos provocando unas situaciones de higiene pésimas e incluso privando del aborto a aquellas mujeres que no cuentan con los recursos necesarios para practicarlo en el extranjero (que son la mayoría) estamos yendo en contra del bien común, y es más estamos involucionando.

 Por tanto ¿Hasta qué punto tiene derecho la Iglesia a penalizar una situación extrema? ¿No deberíamos actuar a favor del bien común? 
Reflexionemos sobre estas cuestiones antes de otorgar opiniones infundadas y que se alejan de le realidad.

domingo, 25 de mayo de 2014

Atlético de Madrid.

La cabeza bien alta, ya lo decía el Cholo antes de que acabase el partido, y así es atléticos, la cabeza muy muy alta, hoy y siempre.

No vamos a lucir el trofeo en nuestras vitrinas pero lo tenemos en la cabeza, lo hemos rozado, y aunque no lo hayamos conseguido somos grandes, muy grandes. 

Una temporada para enmarcar, de esas que contaremos a nuestros hijos, a nuestros nietos... Ha sido un año histórico, que no ha culminado con la ansiada champions pero si con una liga (premio a la regularidad) que hemos sido capaces de lograr superando a un Madrid y un Barça con un presupuesto que está a años luz del nuestro, ha quedado demostrado que el dinero no lo puede todo. 

Porque somos un equipo, y digo somos porque incluyo a la afición, esa que aún yendo 3-1 en el marcador a falta de escasos minutos no paraba de cantar el himno, esa que es capaz de llenar un estadio de 55000 espectadores con un equipo en segunda. Porque hemos seguido al cholo, porque animamos hasta al final, porque hemos invadido Stanford Bridge, San Mamés o el Bernabéu.

Y señores ser del atleti, es ser de la vida, ser aficionado de los altibajos que te da la propia experiencia, a veces ganas, otras pierdes. Hace una semana celebrábamos con alegría y hoy toca llorar, pero con la cabeza alta señores, nada de agacharla, somos del atleti y sabemos celebrar y sufrir. No somos el mejor equipo del mundo, pero no creo que nadie nos pueda superar, así que hoy más que nunca digo GRACIAS GRACIAS al destino por haberme hecho del Atleti, por haberme hecho de la vida, no me cabe duda de que Don Luis esté donde esté de sentirá orgulloso de su atleti, y nos diría una de las suyas, me cabe imaginar que quizás sería algo así como: "Señores vayan a la Cibeles y díganle a esos vikingos que ustedes son mejores que ellos". Porque este es atleti, y si hoy también que se enteren los vikingos de quien manda en la capital. 

El año que viene volveremos y ya lo saben "Si se cree y se trabaja se puede". 

lunes, 24 de marzo de 2014

Sobre la inmigración.

Todos conocemos los hechos que se han producido en las últimas semanas en Melilla, nos hemos hecho eco del incesante flujo de inmigrantes que entran en nuestro país, hemos escuchado los enfrentamientos que existen entre aquellos que defienden la entrada libre de estos, y también de quienes se oponen.


Lo fácil es sin duda decir que tenemos que actuar en beneficio de nuestros semejantes, que debemos ayudarles, tenderles la mano, tener empatía y entender su situación, claro que eso es lo fácil, es más sencillo resguardarse en las utopías idealizadas que a todo el mundo gustan, en definitiva, es lo más humano o sino cómo vamos a reaccionar al ver que para estas personas cruzar la frontera significa el mayor de los regalos, el más preciados de los bienes.


Pero la realidad como de costumbre  dista mucho de la utopía , no les culpo ni les exculpo porque no hay nada que exculpar, son víctimas, auténticos sufridores del sistema, que les da igual dejarse la vida intentando saltar una valla o cruzando a nado, si ello significa poder entrar en España, pisar suelo Europeo como si de una panacea se tratase, pobres ilusos. 


Somos un país pequeño, de a penas cuarenta y siete millones de habitantes, sumidos en una de las crisis más catastróficas de la historia, saliendo (o eso nos quieren hacer ver) poco a poco de una recesión económica, no es egocentrismo ni egoísmo, no es por falta de solidaridad, pero no somos quienes para hacer frente a ese gran número de valientes que se atreven a entrar.


Las desigualdades entre Europa y África son un grave problema, que nosotros mismos hemos fomentado y que nos interesa, económicamente hablando que continúen, pero acaso ¿no las han fomentado también Bélgica, Inglaterra o Alemania?


La Unión Europea nos sanciona si las autoridades emplean la "violencia" para frenar su entrada, nos miran mal si nos les abrimos la puerta y dejamos entrar a todo el que quiera, pero en cambio, ellos imponen restricciones mucho más duras a los inmigrantes y en Europa crece la representación de los partidos de extrema derecha en los parlamentos, quizá pero sólo quizá, se hayan dejado envolver una vez más por la hipocresía, nadie quiere hacer frente a este problema y eso es evidente.


Aunque en realidad la inmigración no es un problema sino un síntoma, una clara muestra de a lo qué nos conduce poco a poco este sistema político y económico, que fomenta la competitividad y mata cualquier sentimiento de generosidad, y es algo que implica a todos, no solo a España, también a aquellos que por razones geográficas no tienen fronteras agolpadas por inmigrantes.


Pero esto es aspirar demasiado alto, es pensar en metas que no son tangibles y que hoy en día por desgracia atentan contra la lógica, pero mientras tanto, deberíamos dejar a un lado la xenofobia y el racismo y en cambio comenzar a pensar qué responsabilidad tenemos nosotros mismos, fomentar la empatía y la igualdad y sobre todo creer en las personas o al menos intentarlo.