Twitter: @JaviVillegas97

miércoles, 21 de enero de 2015

Joven Política.

Cada día me preocupa más el hecho de que el interés por la política entre los jóvenes haya descendido tanto en los últimos años. Cierto es que tenemos muchas distracciones con las que antes no contábamos, pero tal y como expresa Fernando Savater en “Política para Amador”; el que no muestra interés por la política es irremediablemente un idiota, le pese a quien le pese y le duela a quien le duela. También es verdad que la clase política no ha puesto de su parte para levantar interés entre la juventud, aunque sí que es cierto que esta nueva hornada de políticos jóvenes permite comenzar a observar algunos rayos de luz entre la tenue actitud juvenil hacia la actualidad. Pero aún así, la mayoría de jóvenes muestra una animadversión hacia la política tan infundada como perjudicial.

Lamentablemente aquello de sino te interesas por la política alguien decidirá por ti y probablemente contra ti; se cumple en demasiadas ocasiones. Y yo me pregunto dónde están aquellos jóvenes que cataban Al Vent, o que se dejaban la voz pidiendo el sufragio universal,  puede que se nos haya olvidado los esfuerzos que han supuesto la consecución de los derechos que hoy disfrutamos, pero dichos privilegios no se encuentran exentos de obligaciones, y entre ellas en la democracia, se encuentra la de contar con la responsabilidad de participar activamente en las decisiones políticas del Estado. Esto no significa identificarse obligatoriamente con un partido político en concreto, ni mucho menos, pero si que requiere de una actitud de curiosidad de iniciativa, de esperanza en cambiar las cosas a mejor; también de compromiso y de estabilidad, no es rebeldes sin causa lo que buscamos entre la juventud; sino perspectivas de construcción.


Además, probablemente la política no tienda hacia una división realizada por un trazado vertical que divida las ideologías políticas en derechas e izquierdas, sino más bien en una línea horizontal que permita realizar una división entre los que quieren un cambio para mejorar la situación actual y los que por el contrario, prefieren estancarse en lo que ocurre, o cuyas preocupaciones no se alejan más allá del fútbol o de gran hermano (ojo, que como complemente de ocio no lo critico). Pero en cambio, hoy día parece que la única utopía que se construye en la juventud es precisamente la de que se construya una utopía por la que luchar, paradojas.

Continuar.

Hay noticias que nos golpean hasta el punto de abatirnos de tal manera que se nos desencajan todos los esquemas preconcebidos para tratar de aportar una mínima lógica a eso que llaman vida. Cuestiones que logran hacerte replantearte el sentido de lo que ocurre, su justificación, su causa… Hay hechos que escapan a nuestro entendimiento. “Cosas de la vida”, “La vida es así” esas suelen ser las respuestas más habituales, pero realmente hay acontecimientos que carecen de sentido hasta el punto de hacernos dudar de lo poco que creíamos seguro.

No es pesimismo, por desgracia es la realidad, no sé si realmente existirá una razón de ser, un motivo para lo que acontece, pero permítanme dudarlo. Puede que las cosas ocurran por algo, pero al menos hoy ese algo no lo encuentro. Hay que mirar hacia delante supongo, construir, esforzarse y seguir creyendo, aunque se sea ateo. Yo elegí creer en las personas, aunque no elegí nacer sin fe. Pero días como hoy no creo en nada, ni en mí mismo. El entendimiento sólo  es posible en situaciones dibujadas bajo un marco de coherencia, pero hoy ese marco está corrompido por lo absurdo.


Habrá que volver a construir los esquemas, pero con nuevas anotaciones, aunque de momento no se puedan comprender.

jueves, 8 de enero de 2015

Je suis Charlie.

El acto terrorista que atacó ayer la sede de Charlie Hebdo no es únicamente un ataque a la libertad de expresión, sino más bien un ataque a la cultura Occidental,  a nuestro sistema democrático y a los propios Derechos Humanos. Las citadas viñetas pueden ser consideradas más acertadas o menos, pueden calificarse de ofensivas para un creyente musulmán, e incluso pueden ser reprobables jurídicamente.  Ahora bien, el ataque terrorista es tan incoherente e injustificado como lo fue en su  día el atentado de las torres gemelas del 11-S, o como también lo fue  tres años después en  aquellos trenes madrileños que quedaron reducidos a un amasijo de hierros, propiciando que la capital presentara un paisaje bélico del que no existía antecedente en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Actos violentos, pero sobre todo carentes de sentido con el objetivo de cerciorar la cultura occidental, la de que aún con muchos errores y defectos es la que ha logrado construir el mejor sistema de valores, y las instituciones que dotan de mayor libertad a sus ciudadanos. Libertad que ayer les fue arrebatada, acompañada de nuevo, de la muerte de inocentes.

Un atentado terrorista que nos muestra una vez más las consecuencias de un fanatismo religioso exacerbado, que requiere de la codena pública y privada de todos aquellos que estén a favor de la vida, de la libertad de expresión y también de nosotros mismos, como miembros de la sociedad occidental, que una vez más se vio golpeada y zarandeada. Por ello, que hoy el Estado Islámico emita un comunicado calificando de héroes a quienes tomaron la fatal decisión de entrar por la fuerza en la sede parisina, no hace sino evidenciar uno más de los muchos síntomas de enfermedad que muestra hoy día el mundo musulmán radical.

Una vez Alberto Ruiz Gallardón hacía alusión precisamente a un escritor francés, Léon Bloy, diez años después de aquel atentado que vivió desde la alcaldía madrileña que no puede ilustrar mejor el sentimiento de la sociedad francesa, española o norteamericana: “El sufrir pasa, el haber sufrido no pasa jamás”; ya saben, ni perdono ni olvido y hoy Je suis Charlie.



















jueves, 1 de enero de 2015

Bienvenido 2015.

Otro año que echa el cierre, un 2014 que pone punto y final y que arrastra muchos cambios, quizá demasiados para sólo 12 meses. Cambios en política, en deportes, en la sociedad… Ha sido un año curioso, con los altibajos de cualquier otro, pero que será difícil de olvidar por muchas razones, cada uno las que le quiera dar.


Vivimos el décimo aniversario del 11-M, el crecimiento exponencial de un partido del hombre de la coleta, la abdicación del rey, la liga ganada por el Atleti, la Champions por el Madrid en el minuto innombrable, el peor del año. También pudimos ver como El pequeño Nicolás se colaba en nuestros hogares, o como en Cataluña se hacía una consulta/referéndum/encuesta, o como quiera que finalmente se llamase lanzando un órdago soberanista… Y hoy que termina el año, ese 2014 bueno para unos cuantos, malo para otros y normal para la mayoría, sólo puedo, y ya entro en lo personal, dar las gracias a lo que sea o a quien sea por hacer que este año haya merecido la pena; por la personas que han formado parte de él, por los  acontecimientos, por todo. 

Dicen que pensar en exceso es malo, pero aún así poco más se puede pedir al 2015 que lo que nos ha brindado este año, será un año complicado, de cambios, de cosas nuevas, aunque de momento todo sigue igual, mañana saldrá el Sol independientemente de que sea 1 de Enero o 17 de Mayo, porque la vida sigue y también el mundo, pero sí que es cierto que es inevitable recodar hoy  todo lo que ha variado, y todo lo que se ha vivido durante los 365 días, que aunque se hacen cortos (cada vez más según dicen), dan para mucho. Esperemos que el año nuevo nos traiga al menos lo que el 2014, y puestos  a pedir que sea un poco mejor.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

"El mayor premio es compartirlo"

Supongo que  la mayoría de ustedes ya habrán visto el anuncio de la lotería de estas navidades, y aunque la prensa y los críticos ya han utilizado una gran cantidad de adjetivos: lacrimógeno, optimista, irreal… He decido escribir unas líneas para reflexionar acerca del anuncio, y sobre todo de su mensaje.

“El mayor premio es compartirlo”, con ese slogan nace la campaña de la lotería de este año, que en una situación que aún continúa siendo de apuros económicos para gran parte de la población española, hace un llamamiento a esa solidaridad que tenemos, a ese valor que tienen las relaciones humanas por encima de lo económico. Lo reconozco, el anuncio se asemeja más a un cuento de hadas que la vida real, eso es irrefutable; pero a pesar de eso, y aún siendo ateo existen motivos para creer en la Navidad, como acontecimiento social y cultural, en el que todos, independientemente de nuestras creencias, sometemos a cambios nuestras pautas habituales de comportamiento; y no hablo precisamente de poner el Belén, o de montar el árbol de Navidad, me refiero a ese sentimiento de solidaridad, de generosidad que se respira incluso en los centros comerciales agolpados por la necesidad de ligar Navidad y consumismo. No sé si son cosas mías, o que he visto muchas pelis americanas, pero en Navidad, todos somos mejores personas, o al menos no tan malas; el que no se conforma es porque no quiere.

Volviendo al anuncio, quiero decir que aunque la situación que se plantea a simple vista parece utópica, conforme se acerca la Navidad, se me va desdibujando esa primera idea de quimera. El mayor premio, efectivamente, no es que te toque la lotería, sino compartirlo o tener a alguien con quien compartirlo, un hombre infinitamente rico que no cuente con unos lazos sociales que le permitan vivir en un clima de solidaridad, se torna, en cambio, en un hombre infinitamente pobre. Por ello, ojalá que el anuncio de la lotería nos sirva para trasladar un poquito de ese sentimiento de amistad y de unión a nuestra vida, a nuestro día a día.


La felicidad no emana del dinero, sino y en todo caso, de su utilización, y qué mejor manera de darle uso que con aquellos a quienes queremos, perdonen si les suena demasiado remilgado, pero ya saben, la Navidad se acerca.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Destruyendo a Hércules.

Antes que nada quiero aclarar que no soy un gran entendido en cine, ni soy de los que se quedan en vela la noche de los Oscar, y que me encanta Woody Allen, le pese a quien le pese. Ahora bien, sé reconocer una buena película cuando la veo, y hoy quiero hacer una breve crítica de la nueva versión de “Hércules”.

La película según su director y la productora, se enmarca dentro del género de acción y aventuras, aunque más bien, de forma personal lo incluiría en comedia, pero porque como dice el dicho te ríes por no llorar. Hay que tener en cuenta que hacer una adaptación en la que el personaje principal no es otro que Hércules o Heracles, como en verdad debería llamarse, es complicado, pero una cosa es no salirse de lo mediocre y otra caer en lo burdo y en la idiotez, como ocurre en este caso, no cabe lugar a dudas de que Hesíodo se llevaría las manos a la cabeza al ver esto, o sin irnos tan lejos, cualquier amante de la cultura clásica que en algún momento haya tenido un cierto interés por la historia de Hércules.

El largometraje cuenta con un presupuesto de cien millones de dólares, que en comparación con otras películas del supuesto género, se quedan algo atrás, pero desde luego, dan de sobra para hacer las cosas mejor, para empezar por hacer una elección digna de los actores, que desde luego, dejan mucho que desear. El director tiene pretensiones muy elevadas como puede observarse en el mensaje final de la película, tratando de hacer ver que la heroicidad puede estar presente en cualquiera que se supere y esfuerce, algo que no me parece mal, pero claro cuando lo haces así, el héroe no es otro que el que aguanta la película entera sin dormirse. Sé que se es muy crítico con el cine español, yo el primero, puedo contar con los dedos de las manos las películas españolas que me han gustado, pero he de decir que “Ágora” de Amenábar es infinitamente mejor y con la mitad del presupuesto, aunque tampoco me enamora ni mucho menos.

Caso aparte es la actuación de Irina Shayk, quien comentaba en una entrevista que nunca había recibido clases de interpretación, algo que me resulta cuanto menos cómico, ya que los apenas 30 o 40 segundos que aparece en la película (y no trato de exagerar), es capaz de hacerlos cualquiera que no haya subido a un escenario ni para una actuación infantil, y lo digo sin acritud, dejando a un lado mi sentimiento colchonero.


En resumen, la película es mala, parece que está hecha sin ganas y no se la recomendaría a mi peor enemigo, porque cuando alguien sale del cine con el pensamiento de que le han estafado, desde luego el director debería replantearse alguna que otra cosa, pero bueno tal y como decía algún crítico profesional de cine, es una película con más dinero que cerebro.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Ante todo, personas

Yo siempre he tenido una gran cruzada frente a la igualdad de género, aunque a mí me gusta más decir igualdad de posibilidades. Obviamente hombre y mujer no somos iguales (el igual sólo existe en matemáticas, cualquier cosa que sea tangible no es igual a otra). Me he animado he escribir sobre ello por fin gracias a ciertas cosas que han pasado: la elección como sucesora de Emilio Botín a su hija Ana Patricia, y que se vayan a celebrar en los próximos días la fiestas patronales de mi pueblo.

Cuando me enteré el día que murió Botín de que su hija probablemente fuese su sucesora me mantuve escéptica, pensé que algo harían para plantar a un hombre de presidente, siendo aparentemente la más preparada para el cargo una mujer. Me alegré muchísimo de no haber acertado, pensé que el mundo podría estar cambiando. Con esos pensamientos llegué a mi pueblo, dispuesta a pasar unos buenos días. Esta mañana acudía a un acto en el que toman cargo los mayordomos, damas y hermano mayor del año. Este último lee un discurso precioso y emotivo; es un puesto obtenido por sorteo, sobre el cual recae la responsabilidad de organización de los actos litúrgicos de las fiestas del pueblo y sólo puede ser ostentado por un hombre. El acto"central" de las fiestas es la procesión,donde algunos mayordomos y miembros de la junta de la hermandad la organizan, la función de las damas en todo esto es "adornar" al lado de los estandartes, que por supuesto no llevan (sé que pesan bastante pero creo que hay mujeres capacitadas para llevarlos) o acompañando a la imagen yendo al lado del hombre que va empujando la carroza. Peor es el caso de Ciudad Real, capital de la provincia (otro de los grandes problemas de España, pero de ese no voy a hablar ahora), se supone más desarrollada, pero sólo pueden ir acompañando de cerca a la imagen de la patrona hombres.

Personalmente estás cosas me sientan bastante mal y no es porque tenga muchísima devoción a estas imágenes (no son para nada lo más importante, a mí modo de ver) sino porque la mujer, sumisa, acepta tal relegación escudándose bajo la tradición, en el "siempre se ha hecho así". La tradición nunca, nunca, nunca implica que lo que se esté haciendo sea lo más correcto, casi todo debería estar sujeto a revisión y si procede cambio para adaptarse a los tiempos, para hacer efectivo eso que se proclama de boquilla en la sociedad, para pisar tierra; porque el camino se hace al andar.

Supongo que habrá gente que dirá que estos problemas nacen por ser un acto religioso, pero creo que las fiestas son el retrato de nuestra sociedad; al fin y al cabo para muchas personas son un encuentro social, un retorno de unos días a la tierra y no la Exaltación de la Cruz que celebramos. Yo formo parte de la Iglesia, hay cosas en ella que no comparto pero considero más efectivo trabajar desde dentro.

Para terminar, no quiero que piensen que defiendo la superioridad de la mujer sobre el hombre (sería un mal tan grande como el que describo). Simplemente, creo en que desde nuestras capacidades, diversas por supuesto (pero también entre las personas lo son), tengamos todos como personas semejanza de oportunidades desde la que cada uno hará lo que mejor sepa, pueda y quiera hacer. Dejémonos enriquecer por esta diversidad.