Twitter: @JaviVillegas97

martes, 5 de noviembre de 2013

El lenguaje como vehículo de comunicación


¿Qué es el lenguaje? 


Todos encontramos respuestas, más o menos concretas, pero ¿Cómo y cuándo surgió el lenguaje? No tenemos más remedio que dejar vagar la imaginación, quizá los mismos sonidos de la naturaleza, el silbido del viento, el correr de las aguas… Pero de lo que no dudamos es de que el lenguaje debió surgir para satisfacer la terrible necesidad humana de abrir la puerta de su propio mundo, al de los demás.


La historia del hombre, de la civilización humana, viene a ser la historia del lenguaje, ya que es, su representante más fiel. Engranaje que mueve el tiempo pasado, presente y futuro. Pasado como experiencia, presente como páginas que harán historia y futuro como continuo hacer, abierto al hombre, porque todo lo que somos, sabemos, conocemos, lo que constituye nuestra vida de hombres, queda reducido al lenguaje.

Puente fiel y misterioso, tendido entre nosotros y nuestros semejantes, de silencio a silencio, sobre el que se desliza la palabra. No es un capricho, no es mera emisión de sonidos, es también floración espiritual, vida propia, porque un lenguaje, sin silencio ni vida, no es más que un fruto sin madurar. Un hombre, ante un mundo inmensamente rico en cantidad, sin lenguaje; es un hombre inmensamente pobre, porque cuando hablamos, lo poseemos todo simbólicamente.
Este mundo en continua marcha vertical y horizontal camina veloz, hacia arriba sostenido por sillares del lenguaje, celosos del pensamiento humano. Servirnos del lenguaje es hablar, y cuando hablamos, dejamos camino llano a nuestra fuerza creadora del espíritu, pues ella renueva y ennoblece el mundo. Cuando hablamos necesitamos comunicarnos, pedimos comprensión. Hablar es pasar de la idea al signo, de nuestro mundo del silencio al mundo de las realidades. Comprender es pasar del signo a la idea, en una palabra cuando nos comunicamos fundimos el signo y la idea, con el fuego del lenguaje.

Y ahora nos preguntamos; ¿Puede el hombre quedar aislado, aferrado al riesgo del volar de sus palabras, o a la triste angustia de haber nacido sin palabras? No, el lenguaje es ampliamente generoso, y por ello nos brinda la oportunidad de poder acudir al lenguaje escrito, donde las palabras no se las lleva el viento.
En él está la vida del poeta, la vida que no pasa, generaciones, razas, edades, sobre madera, papel o piedra; Esta es la eternidad humana que vamos haciendo y de él ha dicho nuestro hidalgo Don Quijote:
“Hubiéramos preferido que Adán, el creador del lenguaje oral hubiera consignado sus recuerdos y vivencias en el mejor auxiliar de memorias torpes, la escritura”.

El hombre dispone de gesto, mímica, son expresiones extralingüísticas, pero para que exista una verdadera comunicación es necesaria también una imagen del mundo, una posición frente a las cosas y ésto solo puede cumplirse plenamente por medio de las palabras. El hombre tiene que hablar.
Mediante el lenguaje el hombre es verdaderamente grande, por él alcanzamos el mundo entero del espacio más alla de la situación momentánea.

Basta mirar a los hombres, cuando se comprenden, para darnos cuenta de que están más estrechamente unidos por el lenguaje, que por el hecho de ser hombres.

Comunicarnos mediante el lenguaje es un continuo caminar de dentro hacia fuera, de idea a imagen sonora, del tú al yo, para fundirlo en el todo. Es el lenguaje nuestro feliz viajero, que explora el interior del hombre, sólo esas palabras pueden penetrar en el interior del hombre, de los demás y sólo ellas pueden reproducir, con técnica fotográfica, el pensamiento y sentido del hacer en cada momento. Por el lenguaje conocemos y se nos conoce, son las palabras pequeños riachuelos por los que discurren nuestros diversos cauce, objetivos, sentimientos y voluntades, y esto nos descubre en la cumbre de nuestra personalidad.
Largo camino hace el hombre al paso firme del lenguaje marcando la huella de la cultura, el comercio social, la apertura de la realidad, su propia configuración. Y este hombre animal político como al fin le llamó Aristóteles, gracias al lenguaje es fundamento y principio de toda civilización.

Palabras que saltan de la boca del hombre como chorros de agua viva, pero al otro lado queda retenida el agua del silencio, ahí la síntesis de los sueños, el mundo de la grandeza o ruindad del hombre. Pero la palabra es limitada, éste es el triste destino de toda creación del hombre. El hombre ser social ¿No es acaso también ser espiritual? Entonces, ¿qué palabra puede revelar el alma del hombre?. Solo nuestra buena voluntad de hombres. Lo que equivale a decir: 

“Que sin amor, el hablar no basta para entenderse”


                                                                  

2 comentarios:

  1. ¿Qué ha sido del escritor de relatos cortos, se nos ha convertido a ensayista metalingüístico? Menos mal que tu público (o al menos yo) te es fiel

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    1. Hay que innovar, renovarse o morir. Gracias, creo que eres la única que me lee.

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