Twitter: @JaviVillegas97

lunes, 31 de diciembre de 2012

¿Distancia? III


Estaban en mitad de una visita guiada en las catacumbas de Roma, los teléfonos móviles no estaban permitidos durante el recorrido, pero aún así, Ana  lo llevaba en su mano, y constantemente escribía mensajes que le enviaba a Martín. Llevaba dos días en Roma, al día siguiente volvía de nuevo a su ciudad natal, y durante esos días, había conseguido la aceptación de su madre de que estuviera con Martín, pero no la de su padre, se negaba a admitir que su hija se viese con un joven de los arrabales, que seguramente gastaría su horas libres en meterse en líos y no estaría centrado en sus estudios. La verdad es que la idea del padre aunque muy extremista no se alejaba de la realidad, Martín no estudiaba mucho y hacía caso omiso a los consejos de sus padres y profesores, le importaba mucho más el lograr ser feliz , llevando una vida sin preocupaciones, en cambio, Ana desde los cuatro años estudiaba en un colegio privado bilingüe de gran prestigio, practicaba danza, y había viajado muchas veces al extranjero, por lo que su “mundo” se alejaba bastante del que tenía Martín, Ana jamás había presenciado una pelea, mientras que para Martín ver a dos amigos suyos enfrentándose era algo rutinario.

La visita por las catacumbas terminó, aliviando la claustrofobia que comenzaban  a sentir los turistas, el rostro de Ana no parecía muy relajado, había recibido un mensaje de Martín donde le comunicaba que cuando se vieran tenían que hablar seriamente.

La cabeza de Ana comenzó a llenarse de malos pensamientos, de malas ideas, no sabía a qué podía referirse, estaba asustada, nerviosa… Martín tampoco pasaba por su mejor día, iba a confesarle a Ana que tenía novia desde hacía un año, y que estaba totalmente confuso, no sabía por quién decantarse, Ana era la chica de sus sueños, pero no le aportaba confianza, tenía miedo de que algún día se cansara de él, por otro lado, Laura siempre había estado ahí, le había tratado mejor que ninguna otra, aunque si era cierto que jamás había conseguido llenarle del todo, ni había sentido por ella  lo mismo que ahora era capaz de sentir por Ana, se sentía muy culpable, de la noche a la mañana  se había convertido en el típico chico que odiaba.
Ana recogió su equipaje de la moderna habitación del hotel, revisó que no olvidaba ninguna de sus pertenencias, cogió el regalo de Martín, era una pulsera de plata con un dibujo de la ciudad y una inscripción su nombre, esperaba que ese pequeño detalle agradara a Martín. Llegaron al aeropuerto, facturaron sus maletas y unos minutos después embarcaron, el viaje no era muy largo, aunque algunas turbulencias lo hicieron más complicado. Cuando llegaron, el chófer del padre les recogió y los llevó hasta su hogar, se acomodaron y descansaron del viaje.

Había quedado en dos horas con Martín, se arregló, se maquilló pero no en exceso y salió a su encuentro , cuando se vieron, Ana le entregó el regalo, Martín ni siquiera lo desenvolvió, su rostro no transmitía buenas sensaciones..

sábado, 29 de diciembre de 2012

Entre la Niebla V


Era la voz de Lara, sonaba extraña, pero no había duda,  era ella ,  estaba angustiada, y pedía ayuda, después se oyeron unos cuantos ruidos, y finalizó la llamada. Habían sido apenas seis segundos, pero podían significar mucho, Víctor, tras esto, se quedó un buen rato pensando enfrente de la fachada de una pequeña casa exageradamente  decorada, cuando fue capaz de reaccionar, le devolvió la llamada a Lara, pero  el teléfono estaba apagado, igual que desde el día de la fiesta.

De nuevo miró el listado de las llamadas recibidas, para asegurarse de que lo ocurrido era real, que no era fruto de su imaginación.. Cuando se aseguró de que era así llamó rápidamente al señor Martínez, el inspector encargado de la desaparición, le contó lo ocurrido y éste le pidió que se acercara lo más pronto posible a la comisaría.

Víctor fue lo más rápido que pudo, cruzó el puente que unía las dos partes de la ciudad separadas por el río, y cuando llegó a la comisaría estaba exhausto, había recorrido prácticamente toda la longitud de la localidad en apenas quince minutos, cuando entró, el inspector Martínez esperaba impaciente su llegada, le pidió que le contara todo, Víctor le describió la llamada, los ruidos, el tono de voz, lo hizo lo más detallado que pudo y el inspector cogió el teléfono, habló con un experto en nuevas tecnologías, y éste le confirmó que en apenas unas horas serían capaces de localizar el lugar exacto  desde el que se había realizado la llamada.

Era la primera pista que recibían, y cuando la familia de Lara estuvo al corriente , un pequeño rayo de esperanza les iluminó, al menos, esto confirmaba que  la joven seguía con vida. Víctor estaba muy nervioso, no sabía que pensar, estaba dolido y preocupado, por una parte le alibiaba el hecho de que Lara estuviese viva, pero la situación le superaba, también le sorprendía que le llamara  a él y no a sus padres o a la policía, le extrañaba mucho…

Los padres de Lara, Víctor, Claudia, la madre de Víctor, y un grupo de amigos de Lara, esperaban angustiados en una pequeña habitación de la comisaría, habían pasado seis horas desde que la llamada se había realizado, a algunos de ellos el sueño comenzaba a hacerles mella, aunque otros estaban tan preocupados que su mente no les permitía  descansar…

Mientras tanto Víctor miraba por una ventana de la comisaría, podía ver un grupo de cámaras y focos, la prensa nacional estaba al corri ente de todo lo ocurrido, la ciudad estaba llena de periodistas que informaban a todo el país del caso, hacían especulaciones, inventaban hipótesis y hablaban sin saber, lo que molestaba mucho a las autoridades, pero también a todos los familiares de Lara y a Víctor… De repente, el señor Martínez interrumpió sus pensamientos, apareció con un informe en la mano que desvelaba la posición de Lara…

jueves, 20 de diciembre de 2012

¿Distancia? II


Habían pasado dos semanas desde la fiesta de Jaime, Ana no había vuelto a tener noticias de Martín, y aunque se negaba aceptarlo, se había enamorado, cada día se levantaba por la mañana tratando de negarse a sí misma, que le quería, no podía aceptar que dependía de alguien.

 Esa mañana era un poco inusual , tenía que terminar de preparar el equipaje, después de comer, ella y su familia se iban de vacaciones a Roma, aprovechando el puente. Le había contado lo que ocurrió con Martín a su madre, y se había alegrado pero tampoco le entusiasmaba el hecho de que su hija se saliese de su camino, o que sus impecables notas se vieran afectadas por el amor con él.

Ana había terminado de preparar las pertenecías que quería llevarse, sólo iban a pasar tres días, pero para ello necesitó dos maletas de importantes dimensiones , todas ellas, llenas de muchos “por si acaso”.
Por otro lado Martín, se sentía culpable, llevaba casi un año con su novia, y después de tanto tiempo, la había engañado, pero no se creía capaz de confesárselo, además nunca más iba a ver a Ana, y estaba seguro de que Laura le quería, así que puso en práctica el famoso refrán de “Ojos que no ven, corazón que no siente”.

Martín, ese mismo día, había tenido una discusión con su padre, había recibido las calificaciones del instituto y no eran muy alentadoras, había suspendido seis asignaturas, y por ese motivo, le obligó a ir a trabajar con él. El padre de Martín, no era un hombre excesivamente culto, pero sabía que era lo mejor para su hijo, trabajaba en la terminal de pasajeros del aeropuerto, por lo que todos los días se trasladaba desde el pequeño pueblo en el que residía con su familia para trabajar, eran solo 30 kilómetros, pero el tener que hacerlos todos los días le agotaba.  

Cuando Martín  llegó al aeropuerto, se sorprendió un poco, ya había estado otras veces, pero nunca en vísperas de días festivos, el tráfico de gente era sorprendente, parecía que se iban a chocar, y le sorprendía mucho como había personas que podían viajar a diario y no agotarse totalmente.

Hacia el mediodía hubo un descanso para comer, Martín y su padre, se quedaron en la terminal, y de repente, mientras su padre se dedicaba a poner pegatinas en las maletas de los turistas que facturaban su equipaje, vio a Ana, tardó un tiempo en reconocerla, pero cuando oyó su voz, no le quedó duda,  Ana no se había percatado de que Martín estaba a tan solo unos metros de ella, pero,  sus miradas se cruzaron, se reconocieron y no les hizo falta hablar para entenderse, Martín saltó el mostrador que separaba a los empleados de los pasajeros y se echó a sus brazos, se besaron apasionadamente de nuevo, delante de sus familias.

Parecía que todo estaba sacado de una película y que el destino les trataba de decir algo, había miles de personas en la terminal y cientos de empleados,  pero por cualquier razón se habían encontrado.

martes, 18 de diciembre de 2012

Entre la Niebla IV


A la mañana siguiente se despertó, miró por la ventana y volvió a pensar en qué Lara había fallecido, pero, de repente, su madre entró entusiasmada en la habitación,  con un periódico local en la mano, le señaló un titular que venía en la portada: “El cadáver de la joven hallado, no pertenece a Lara Molina”. Ante esto un cúmulo de emociones se juntaron en el interior de Víctor, le tranquilizó mucho el saber que no era Lara, pero sus miedos ahora seguían abiertos…

Tras leer pacientemente el artículo, en el que el forense aclaraba que el ADN del cadáver no coincidía con el de Lara, decidió llamar a Claudia, la conversación fue breve y fría, la hermana de Lara no le guardaba rencor, pero tampoco le agradaba mucho el hablar con él.

Víctor no sabía qué hacer, estaba totalmente bloqueado, así que cogió un papel y un bolígrafo y escribió todo lo que sentía, buscaba en el papel un consuelo que nada ni nadie le podía otorgar, y anhelaba el poder volver a ver a Lara, poder volver a besarla,  a sentirla cerca, a oír su voz… 

De nuevo la climatología no era muy tranquila, granizaba con fuerza en la pequeña ciudad de entre las montañas, y el granizo hacía estragos en los coches, ventanas, etc.. Víctor, decidió ir a casa de su mejor amigo, llevaba cinco días sin tener noticias de él, ya que no había ido al instituto y tampoco se había puesto en contacto con nadie. Cuando llegó, Luís, le recibió con los brazos abiertos, y no pudo evitar preguntarle qué tal se encontraba, Víctor no supo expresar bien todo lo que sentía, estaba totalmente derrumbado y no le quedaban fuerzas para seguir con lo que le parecía insuperable, Luís no era un gran consejero, pero sabía escuchar y aunque a menudo sus bromas solían hacer reír  a Víctor, esta vez, se reservó, no era el momento más oportuno.

Luís le contó a Víctor, que en el instituto todos estaban muy preocupados por Lara, pero también por él, era conocido por todos el gran amor que compartían, y evidentemente era el principal tema de conversación entre los pasillos, ésto no sorprendió en absoluto a Víctor, daba por hecho que sus nombres estarían continuamente en la boca de todos sus amigos, pero tampoco le molestaba, en definitiva era algo que había ocurrido y no se podía negar.

Después de haber pasado un buen rato hablando y haber recibido un intento de consuelo por parte de su amigo, marchó de casa de Luis, para dar un simple paseo, ya no granizaba, y un tímido sol dejaba entrever un arcoíris a medio formar, anduvo un buen rato por distintas callejuelas que hasta ahora eran desconocidas para él, y cuando estaba a punto de comenzar a emprender el camino hasta  su casa, su teléfono le asustó cuando comenzó a sonar su canción favorita, pero aún más le asustó , ver que en la pantalla aparecía el nombre de Lara, con su número de teléfono debajo, pudo sentir un torrente de adrenalina recorriendo  su cuerpo, pero también pudo sentir miedo, angustia, preocupación, felicidad… Todo ello antes de descolgar el teléfono y…


lunes, 17 de diciembre de 2012

¿Distancia? I

Era una gran fiesta, los jóvenes se divertían sin cesar, la casa de Jaime con sus casi doscientos metros cuadrados y su laberíntico jardín, era el lugar idóneo para reunir a sus amigos, aprovechando la ausencia de sus padres, que andaban, como de costumbre, en un nuevo viaje de negocios, dejándole la casa bajo su responsabilidad y desconociendo que las fiestas que se celebraban en el número 7 de la calle Real, eran ya conocidas en el ambiente juvenil de la ciudad. 

 Había más de cincuenta personas en esa fiesta, pero entre todos los invitados, destacaba ELLA, Ana, era la más guapa de la fiesta y también la más difícil de conseguir, sus ojos transmitían un sentimiento y una sensación imposible de describir, su sonrisa era perfecta, sus dientes encajaban como si se tratara de un puzle, sus labios eran carnosos, su nariz, digna de una modelo, y sus curvas eran perfectas, dándole un sutil toque latino a su apariencia, tenía quince años y aunque aparentaba más edad, era la más pequeña de la fiesta, lo que no la intimidaba en absoluto, el alcohol comenzaba a hacer estragos en su comportamiento, pero aún así era capaz de mantener el equilibrio con los tacones como si se tratara de la más prestigiosa pasarela, y no era de extrañar, estaba acostumbrada a andar con ellos desde muy pequeña, en las numerosas cenas a las que asistía obligada por distintos compromisos paternos. Se hacía la dura ante los chicos, y lógicamente no podía imaginar, que hoy se iba a enamorar, en verdad, nunca lo había hecho, se valoraba demasiado a sí misma como para querer a alguien. 

Pero hoy sus sentimientos iban a cambiar, el primo de Jaime, también estaba en la fiesta, se llamaba Martín, vivía en un pueblo cercano, y por supuesto, tampoco sospechaba que hoy iba a enamorarse de Ana. Muchas de las chicas de la fiesta lo miraban, y deseaban tener algo con él, pero al igual que ella, se hacía el duro ante el amor, y no se dejaba llevar por cualquiera. En mitad de la canción favorita de Ana, Martín chocó con ella, sin querer, ambos se miraron y notaron que algo estaba ocurriendo, que una llama les recorría el cuerpo, a Ana no le importó que se le derramara el vaso en su caro vestido, ni que sus amigas la miraran con cara de asombro, se acercó a Martín, y éste la besó, Ana indudablemente le correspondió el beso. Bailaron toda la noche, se contaron cosas, incluyendo secretos que ninguno pensó en contar jamás a nadie, ni siquiera al amigo más íntimo, y se dieron cuenta de que no tenía demasiadas cosas en común, ella era una chica de ciudad mientras que él llevaba una vida más tranquila y alejada de la ciudad, pero parecía no importarles sus diferencias, un nuevo amor se estaba fraguando poco a poco.

 Cuando hubo acabado la velada, se despidieron con un efusivo beso , y cuando Ana se disponía a encaminarse hacia su casa, le dijo: - “ Por cierto, me llamo Ana “ . -Martín sonrió y contestó: “No podía ser de otra forma”

Entre la niebla III


"Había aparecido el cadáver de una joven en los alrededores de la casa de Lara" ; en concreto en un descampado, cuando Víctor escuchó estas palabras salir de la boca de su madre, se derrumbó totalmente, todo parecía indicar que era ella.

Víctor salió del hospital acompañado por su madre, pero se alejó de está y echó a correr solo,  se dirigió lo más rápido que pedo hasta la casa de la chica, allí había una gran cantidad de parientes y amigos de la familia, apoyando a los padres ante lo que con casi total seguridad parecía significar la muerte de la joven.

Víctor, vio a Claudia, la hermana de Lara,  y no pudo contener el echarse a llorar y emocionarse, sus peores pesadillas parecían haberse hecho realidad, su conciencia le hacía sentir culpable…

Después de haber hablado con los padres y con la hermana, y haber tenido que pasar por algo similar a un interrogatorio con el inspector encargado del caso, decidió ir hasta casa y descansar, pensar que todo esto era un horrible sueño, y que con un simple pellizco en el brazo iba a despertar, pero no era así, todo era la dura realidad.

Se sentó a los pies de la cama, y abrió un álbum de fotos, eran de Lara y él… Las vio y comenzó a pensar en todos los momentos que habían pasado juntos, en todos los días que se habían ayudado, que habían discutido, que habían sonreído y es que a día de hoy habían estado casi  dos años juntos, y habían pasado por muchos momentos.

Su madre entró en la habitación, envolvió a su hijo con los brazos y le dijo esa frase que tanto le gustaba oír: “Tranquilo, todo saldrá bien”, una vez que se hubo marchado, Víctor estuvo pensando continuamente en Lara hasta quedarse dormido.

Durante las tres o cuatro horas que aguantó dormido tuvo un bello sueño, en éste, Lara y él se rencontraban, como si nada hubiera ocurrido, pero se despertó sobresaltado, sabía que era muy poco probable que eso ocurriera, se tranquilizó, cogió su libro favorito “El Decamerón” de Bocaccio y mientras leía las ingeniosas respuestas  de la  marquesa de Monferrato, consiguió volver a conciliar el sueño… Sin antes pasar por su cabeza todas las dramáticas imágenes del día…

domingo, 16 de diciembre de 2012

Entre la niebla II

Víctor se encontraba sentado en las escaleras del ayuntamiento de la ciudad, estaba desolado, no encontraba consuelo en nada, hacía ya tres días que nadie sabía nada de Lara, las autoridades estaban al corriente, y habían emprendido labores de búsqueda, pero parecía imposible lograr encontrarla o ni siquiera hallar una pista, desde luego, si se trataba de un secuestro, era el crimen perfecto.

Los padres de Lara habían hablado con Víctor, y tras explicarle todo lo ocurrido, él era el principal sospecho, una discusión, la última persona que parecía haberla visto… Todos esos datos no pintaban muy a su favor, aún así los inspectores de policía que se habían puesto en contacto con él, lo descartaban, además estaba colaborando con todas sus fuerzas en las tareas de búsqueda.

En las calles de la pequeña ciudad existían una gran cantidad de rumores, pero parecía totalmente  imposible saber nada de la chica, Lara era muy popular, ya que su padre era uno de los comerciantes más importantes de la ciudad, y debido a su buena situación económica conocida por todos, podía llevar a pensar que se trataba de un secuestro con el fin de conseguir alguna cantidad, con la que se ponía precio, no sólo  a la vida de la chica, sino también a los sentimientos de los familiares y amigos.

Víctor apenas había dormido durante esos tres días, tampoco había hablado con ningún amigo, ni con su madre, y apenas había comido, estaba totalmente en estado de shock. Llevaba sentado unas dos horas en las escaleras del angosto y apagado ayuntamiento, cuando decidió reaccionar, pero nada más empezar a caminar, perdió el conocimiento, sin saber cómo, cayó, un grupo de ancianos que se encontraban en la zona, se acercó a él…

Abrió los ojos, se encontraba en las urgencias de un hospital, a su lado estaban un médico y su madre, al parecer había sufrido un desmayo a causa de los pocos alimentos ingeridos y del nulo descanso desde el incidente con Lara, su madre se acercó a él, y Víctor nada más ver su rostro se dio cuenta de que algo ocurría, podía sentir que le tenía que dar una mala noticia, y estando tan preocupado como estaba por Lara era lo único que pasaba por su mente..

sábado, 15 de diciembre de 2012

Entre la Niebla I


Era una fría mañana de Octubre, el verano ya había terminado, dando paso a un otoño, que como siempre venía acompañado de una gran cantidad de lluvia, Víctor contemplaba el caer de las gotas fijamente, como si las estuviera estudiando aunque en realidad no se concentraba en el agua, sus pensamientos se alejaban mucho de esa transitada calle, estaba pensando en todo lo que ocurrió ayer, en la estúpida discusión, en las palabras que salieron de su boca y también las que pronunció Lara.

Se arrepentía, pero su orgullo era más fuerte y no le permitía llamar para disculparse. Le dolían mucho todos los adjetivos que Lara usó para describirle, pero sobre todo le dolía una palabra en concreto: fin. ¿Y si iba en serio? ¿Y si en realidad los casi dos años de noviazgo se habían venido abajo en un momento? Los interrogantes le producían una gran angustia , y es que con diecisiete años aún no había experimentado lo que se siente al perder a alguien, y puede que esta fuese su primera vez.

Seguía contemplando la lluvia, cuando sus pensamientos se vieron interrumpidos por una voz, era la de su madre, que se preocupaba por él, nunca lo había visto tan ausente como ese día, normalmente siempre estaba contento y no mostraba signos de preocupación por casi nada.

Víctor se excusó argumentando que debería estar resfriado y no se encontraba bien. Cuando hubo escampado, decidió salir y evadirse un poco, fue a un parque, en concreto al parque donde siempre quedaba con Lara, se sentó en el que ya llamaban su banco y observó las tallas en la madera, donde se prometían amor eterno. En cierto momento le pareció ver a Lara acercándose a ese lugar, pero debieron ser imaginaciones suyas porque la silueta de la joven rubia nunca llegó hasta el banco, disipándose entre la niebla, en la que había quedado envuelto el parque tras la lluvia.

Después de haber meditado unos minutos, se levantó y echó a caminar, sin dirección, sin querer llegar a ningún destino, pero se calmó, y  llegó a la conclusión, de que debía pedir perdón, en definitiva es mejor perder el orgullo por una persona que a una persona por orgullo.

Finalmente se sentó a los pies de una fuente, y saco su móvil, tenía varias llamadas perdidas de amigos que estaban preocupados por él, al fin y al cabo, las noticias vuelan y ya lo sabía casi todo el instituto. No hizo caso a las llamadas ni a los mensajes y llamó a Lara, no le hizo falta buscarla en la agenda, se sabía su número de memoria, para su sorpresa, el teléfono estaba apagado. Fue entonces cuando se preocupó de verdad. La había visto por última vez a las cuatro de la mañana, cuando ella se dio la vuelta en dirección a su casa… ¿Y si le había pasado algo? Normalmente Víctor se aseguraba de que llegaba bien hasta su casa, acompañándola, no le gustaba que se fuera sola, y ahora los remordimientos hacían mella en su cabeza.

Decidió tranquilizarse e ir hasta casa de Lara, a los diez minutos de haber emprendido su camino comenzó a llover con mucha fuerza, tanta que hasta era complicado ver más allá de unos metros de distancia, en mitad de la lluvia de nuevo le pareció ver a Lara, pero un coche le dificultó la visión durante unos minutos, y después no la conseguía ver… Decidió continuar bajo la lluvia, cuando llegó a casa de Lara estaba totalmente empapado.. Llamó al timbre, nunca le daba vergüenza hablar con los padres de Lara,  ellos estaban al tanto de la relación y nunca habían puesto impedimentos, pero esta vez sí, quizá Lara le hubiese contado lo ocurrido y su imagen de él hubiese cambiado.

Pero se sorprendió mucho al ver que era la hermana de Lara la que le abrió la puerta, también le impactó que tuviese ese rostro de preocupación y los ojos rojos, como de haber pasado la noche en vela, Claudia tenía 14 años, y tenía un gran vínculo con su hermana, además se parecían mucho físicamente, Víctor no supo cómo reaccionar, ella  nada más verle se le echo encima, preguntándole qué le había pasado a Lara, dónde estaba etc.