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lunes, 17 de diciembre de 2012

¿Distancia? I

Era una gran fiesta, los jóvenes se divertían sin cesar, la casa de Jaime con sus casi doscientos metros cuadrados y su laberíntico jardín, era el lugar idóneo para reunir a sus amigos, aprovechando la ausencia de sus padres, que andaban, como de costumbre, en un nuevo viaje de negocios, dejándole la casa bajo su responsabilidad y desconociendo que las fiestas que se celebraban en el número 7 de la calle Real, eran ya conocidas en el ambiente juvenil de la ciudad. 

 Había más de cincuenta personas en esa fiesta, pero entre todos los invitados, destacaba ELLA, Ana, era la más guapa de la fiesta y también la más difícil de conseguir, sus ojos transmitían un sentimiento y una sensación imposible de describir, su sonrisa era perfecta, sus dientes encajaban como si se tratara de un puzle, sus labios eran carnosos, su nariz, digna de una modelo, y sus curvas eran perfectas, dándole un sutil toque latino a su apariencia, tenía quince años y aunque aparentaba más edad, era la más pequeña de la fiesta, lo que no la intimidaba en absoluto, el alcohol comenzaba a hacer estragos en su comportamiento, pero aún así era capaz de mantener el equilibrio con los tacones como si se tratara de la más prestigiosa pasarela, y no era de extrañar, estaba acostumbrada a andar con ellos desde muy pequeña, en las numerosas cenas a las que asistía obligada por distintos compromisos paternos. Se hacía la dura ante los chicos, y lógicamente no podía imaginar, que hoy se iba a enamorar, en verdad, nunca lo había hecho, se valoraba demasiado a sí misma como para querer a alguien. 

Pero hoy sus sentimientos iban a cambiar, el primo de Jaime, también estaba en la fiesta, se llamaba Martín, vivía en un pueblo cercano, y por supuesto, tampoco sospechaba que hoy iba a enamorarse de Ana. Muchas de las chicas de la fiesta lo miraban, y deseaban tener algo con él, pero al igual que ella, se hacía el duro ante el amor, y no se dejaba llevar por cualquiera. En mitad de la canción favorita de Ana, Martín chocó con ella, sin querer, ambos se miraron y notaron que algo estaba ocurriendo, que una llama les recorría el cuerpo, a Ana no le importó que se le derramara el vaso en su caro vestido, ni que sus amigas la miraran con cara de asombro, se acercó a Martín, y éste la besó, Ana indudablemente le correspondió el beso. Bailaron toda la noche, se contaron cosas, incluyendo secretos que ninguno pensó en contar jamás a nadie, ni siquiera al amigo más íntimo, y se dieron cuenta de que no tenía demasiadas cosas en común, ella era una chica de ciudad mientras que él llevaba una vida más tranquila y alejada de la ciudad, pero parecía no importarles sus diferencias, un nuevo amor se estaba fraguando poco a poco.

 Cuando hubo acabado la velada, se despidieron con un efusivo beso , y cuando Ana se disponía a encaminarse hacia su casa, le dijo: - “ Por cierto, me llamo Ana “ . -Martín sonrió y contestó: “No podía ser de otra forma”

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