Era una fría mañana de Octubre, el verano ya había
terminado, dando paso a un otoño, que como siempre venía acompañado de una gran
cantidad de lluvia, Víctor contemplaba el caer de las gotas fijamente, como si
las estuviera estudiando aunque en realidad no se concentraba en el agua, sus
pensamientos se alejaban mucho de esa transitada calle, estaba pensando en todo
lo que ocurrió ayer, en la estúpida discusión, en las palabras que salieron de
su boca y también las que pronunció Lara.
Se arrepentía, pero su orgullo era más fuerte y no le permitía
llamar para disculparse. Le dolían mucho todos los adjetivos que Lara usó para
describirle, pero sobre todo le dolía una palabra en concreto: fin. ¿Y si iba
en serio? ¿Y si en realidad los casi dos años de noviazgo se habían venido
abajo en un momento? Los interrogantes le producían una gran angustia , y es
que con diecisiete años aún no había experimentado lo que se siente al perder a
alguien, y puede que esta fuese su primera vez.
Seguía contemplando la lluvia, cuando sus pensamientos se
vieron interrumpidos por una voz, era la de su madre, que se preocupaba por él,
nunca lo había visto tan ausente como ese día, normalmente siempre estaba
contento y no mostraba signos de preocupación por casi nada.
Víctor se excusó argumentando que debería estar resfriado y
no se encontraba bien. Cuando hubo escampado, decidió salir y evadirse un poco,
fue a un parque, en concreto al parque donde siempre quedaba con Lara, se sentó
en el que ya llamaban su banco y observó las tallas en la madera, donde se
prometían amor eterno. En cierto momento le pareció ver a Lara acercándose a
ese lugar, pero debieron ser imaginaciones suyas porque la silueta de la joven
rubia nunca llegó hasta el banco, disipándose entre la niebla, en la que había
quedado envuelto el parque tras la lluvia.
Después de haber meditado unos minutos, se levantó y echó a
caminar, sin dirección, sin querer llegar a ningún destino, pero se calmó,
y llegó a la conclusión, de que debía
pedir perdón, en definitiva es mejor perder el orgullo por una persona que a
una persona por orgullo.
Finalmente se sentó a los pies de una fuente, y saco su
móvil, tenía varias llamadas perdidas de amigos que estaban preocupados por él,
al fin y al cabo, las noticias vuelan y ya lo sabía casi todo el instituto. No
hizo caso a las llamadas ni a los mensajes y llamó a Lara, no le hizo falta
buscarla en la agenda, se sabía su número de memoria, para su sorpresa, el
teléfono estaba apagado. Fue entonces cuando se preocupó de verdad. La había
visto por última vez a las cuatro de la mañana, cuando ella se dio la vuelta en
dirección a su casa… ¿Y si le había pasado algo? Normalmente Víctor se
aseguraba de que llegaba bien hasta su casa, acompañándola, no le gustaba que
se fuera sola, y ahora los remordimientos hacían mella en su cabeza.
Decidió tranquilizarse e ir hasta casa de Lara, a los diez
minutos de haber emprendido su camino comenzó a llover con mucha fuerza, tanta
que hasta era complicado ver más allá de unos metros de distancia, en mitad de
la lluvia de nuevo le pareció ver a Lara, pero un coche le dificultó la visión
durante unos minutos, y después no la conseguía ver… Decidió continuar bajo la
lluvia, cuando llegó a casa de Lara estaba totalmente empapado.. Llamó al
timbre, nunca le daba vergüenza hablar con los padres de Lara, ellos estaban al tanto de la relación y nunca habían puesto impedimentos, pero
esta vez sí, quizá Lara le hubiese contado lo ocurrido y su imagen de él
hubiese cambiado.
Pero se sorprendió mucho al ver que era la hermana de Lara
la que le abrió la puerta, también le impactó que tuviese ese rostro de
preocupación y los ojos rojos, como de haber pasado la noche en vela, Claudia
tenía 14 años, y tenía un gran vínculo con su hermana, además se parecían mucho
físicamente, Víctor no supo cómo reaccionar, ella nada más verle se le
echo encima, preguntándole qué le había pasado a Lara, dónde estaba etc.
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