Twitter: @JaviVillegas97

martes, 10 de diciembre de 2013

Nuevo Ciclo

Queridos lectores (aunque sabemos que no sois muchos):

Queríamos informaros de un cambio en el blog. Los más eternos os habréis fijado en que hablo en plural y es que ahora este espacio estará escrito a cuatro manos, con la incorporación de Gema Ruiz


La temática del blog también varía, ya que, como habéis podido observar, en las últimas semanas se han dejado un poco de lado esos relatos para centrarnos en un nuevo formato más cercano al ensayo literario, pero como no se deben ignorar los orígenes, es probable que volvamos a ese género en alguna ocasión. Finalmente, os queríamos comunicar que existirán debates e incluso réplicas de una entrada a otra, escrita por diferentes contribuyentes, así como agradeceros vuestra atención. Esperamos que disfrutéis, y os animéis a dejar vuestras opiniones.

Muchas gracias.

sábado, 9 de noviembre de 2013

¿Existe la libertad?


Muchos nos habremos hecho esta pregunta en alguna ocasión, y encontrar una respuesta absoluta, es enormemente complicado. La libertad según nos cuentan es la capacidad que tenemos para dirigir nuestra conducta y las decisiones que tomamos sobre qué hacer serían la realización de ésta, los biólogos opinan que es una de las principales características que nos distinguen de los animales, debido a que según ha determinado la ciencia éstos no actúan premeditadamente, sino instintivamente. Los filósofos, prácticamente de una forma unánime creen que la libertad es un aspecto inherente al ser humano, y que todos contamos con ella, aunque muchos de ellos, en especial los filósofos más recientes, han tratado de desentrañar cuáles son los límites de nuestra libertad, determinando que a pesar de que el ser humano puede actuar deliberadamente, sus actos siempre tendrán una consecuencia concreta. En mi opinión esta última es la conclusión más correcta a la que se ha llegado, el ser humano es libre en su plenitud, pero debería ser considerado prácticamente como regla natural, que todo lo que realizamos en el presente, tendrá un resultado más fuerte o más débil en el futuro. Por tanto nuestro mañana está directamente ligado a nuestro ahora. Hay muchos ejemplos de cómo lo que hoy decidimos tendrá un efecto en lo que nos ocurra, desde las acciones más simples y cotidianas, hasta las que más quebraderos de cabeza nos dan y más nos cuesta tomar.


Por tanto, determinamos que la libertad existe, y que todos contamos con ella, pero que en cambio, todo lo que hacemos tiene unas consecuencias. Seguramente a más de uno le resulte familiar la oración: “Para que el hombre sea libre, deben de existir las cárceles”; lo cual es algo paradójico, pero con mucho sentido, ya que, puede ocurrir que nosotros queramos realizar algo que nos resulte plenamente beneficioso, pero en cambio simultáneamente podemos limitar la libertad de nuestro semejante, por esa razón la sociedad y cada individuo en concreto, debe conocer que el bien común está por encima de los intereses personales, aunque en ocasiones nos resulte prácticamente imposible, y por este motivo existan numerosos casos en los cuales se atenta contra la libertad tanto colectiva como individual, pero no debemos permitir que se vulnere nuestra autonomía, somos seres libres, contamos con esa asombrosa capacidad, de la cual no conocemos su origen, pero si conocemos cómo deberíamos utilizar, hacia donde guiar nuestros actos, teniendo en cuenta nuestro provecho, pero también el de los demás, no debemos violar, ni limitar la libertad de nadie, cada uno cuenta la particularidad de actuar según convenga, y nadie, debería quebrantar dicha afirmación, por muy utópico que parezca. 

jueves, 7 de noviembre de 2013

Ingeniería Genética.


Einstein dijo: “Sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana, y de la primera no estoy completamente seguro”
Y que razón llevaba ¿verdad? Que estúpidos somos, algunos se quejarán diciendo que no los incluya, pero puede que precisamente esos sean los representantes más fieles de dicho colectivo, o al menos, que estén ciegos o no quieran admitir la realidad.

Bueno y ¿por qué escribo esto? Difícil pregunta, no por la complejidad a la hora de responderla, sino porque no sé muy bien por dónde empezar y cómo sintetizarlo.

Para mi el ejemplo más claro de la estupidez humana, no es otro, que el uso que le damos a los avances de la humanidad. Me refiero a inventos tan antiguos, allá por el Paleolítico, como el control sobre el fuego hasta otros tan recientes como  la dinamita o internet.
Porque si analizamos  el fuego, sí no hay duda de que es un invento básico para mejorar la calidad de vida humana, para permitirnos cocinar, calentarnos etc.  Pero curiosamente también sirvió para quemar en la hoguera a Miguel Servet, o para provocar incendios en parajes naturales dignos de admirar, o un caso aún más claro el de la dinamita, a priori un invento genial para facilitar la extracción de minerales, pero ¿y el uso qué le hemos dado? ¿Cómo podemos convertir un hito en el conocimiento científico en un potente arma de destrucción? No hay mejor respuesta que la que nos otorga Einstein: la estupidez humana es infinita.

Para los que aún permanezcan escépticos, quizás algo más reciente en la línea del tiempo sirva para abrirles los ojos, hablo de Internet, algo que en poco tiempo se ha convertido en  indispensable en nuestras vidas, a diario millones de personas acceden a la red para compartir datos, conversar con allegados, escuchar música… Pero ¿y qué me dicen de los nuevos delitos informáticos?  Suplantaciones de personalidad, estafas cibernéticas o incluso de las nuevos método de acoso. Vale, esto puede que se de en un pequeño porcentaje, ¿y la dependencia, o más bien adicción que poco a poco hemos ido desarrollando? Hoy en día, cuando caminamos por una calle concurrida, si somos algo observadores no tardaremos mucho tiempo en darnos cuenta de que pocos son los que caminan sin un smartphone en la mano, ya sea para comunicarse, consultar noticias etc. Hasta tal punto que no podemos vivir sin ello, nos sentimos desnudos sino tenemos acceso a internet por un periodo de tiempo, por muy corto que sea éste.


¿Y  a qué quiero llegar con todo esto? A hablarles, del avance que en no muchos años será una gran revolución, el poder controlar los genes, ya hay proyectos en marcha que prácticamente han conseguido modificar genes. Es un logro impresionante, y en éso estamos todos de acuerdo, pero ¿y sí hacemos lo que con los inventos anteriores? ¿y sí le damos un mal uso? Esto es algo mucho más serio, quiero decir, no es lo mismo decidir las características de una persona o modificarlas, que estar enganchado a un aparatito electrónico, si le damos un mal uso a la ingeniería genética, apaga y vámonos. No creo que como algunos lo definen estemos jugando a ser Dios, creo que si la utilizamos para conseguir que una persona, no nazca con una disfunción visual, o para patologías similares, es algo maravilloso, un avance médico impresionante, pero ya digo: ¿y sí nos volvemos a equivocar o al menos, se equivocan unos pocos? No soy capaz de imaginar siquiera como puede acabar la sociedad, de verdad, no lo asimilo. Creo que sería algo tan grave, que podría ocasionar conflictos a escala global, y no me refiero únicamente a conflictos morales, por ello, quizás allá que saber hasta que punto debemos investigar, y en que momento debemos frenarnos los pies a nosotros mismos, no porque la ignorancia sea buena, ni tampoco porque el afán por conocer y aprender haya que pararlo, sino porque, y termino como he empezado, somos estúpidos, en todo el ámbito de la palabra, y esto ya son palabras mayores. 

martes, 5 de noviembre de 2013

Echar de menos es bonito.



Según la RAE, en una de sus acepciones, echar de menos a alguien o algo viene a significar tener sentimiento por su pena y su falta, y a pesar de mi respeto por lo señores académicos, no podía estar más en desacuerdo, porque a simple vista parece que es algo feo y no.

Echar de menos es bonito, y que alguien tenga valor a negarmelo. Echar de menos significa que alguien es importante para ti, que una persona ha creado un hueco en tu interior, que se ha anclado a tus recuerdos, que ahora forma parte de tu vida y que no vas a poder olvidarla, la recordarás más o menos, estará presente en mayor o menor medida  en tu camino, conforme decida el destino, pero nunca dejará de estar presente. 

Echar de menos, también nos crea angustia, o nos entristece; precisamente  por ello también nos enseña a valorar aquellas personas que poseemos simbólicamente, nos enseña a creer en las personas.

Echar de menos es algo más que añorar a alguien, es algo más que el simple hecho de echar en falta sus risas, o su voz, es algo que atraviesa la barrera de los pensamientos para instaurarse en nuestros sentimientos, es fuerte y valioso, quizá sea una de esas cosas que no aprendemos a valorar, que no nos gustan, pero que en realidad nos hacen más grandes por dentro.

Las barreras se rompen, la distancia nos la comemos, aún más hoy en día, pero los sentimientos permanecen, si un día echaste de menos a alguien, ya jamás dejarás de hacerlo. 

Si  te echan de menos, es que algo hiciste bien.


Para: GRRS

El lenguaje como vehículo de comunicación


¿Qué es el lenguaje? 


Todos encontramos respuestas, más o menos concretas, pero ¿Cómo y cuándo surgió el lenguaje? No tenemos más remedio que dejar vagar la imaginación, quizá los mismos sonidos de la naturaleza, el silbido del viento, el correr de las aguas… Pero de lo que no dudamos es de que el lenguaje debió surgir para satisfacer la terrible necesidad humana de abrir la puerta de su propio mundo, al de los demás.


La historia del hombre, de la civilización humana, viene a ser la historia del lenguaje, ya que es, su representante más fiel. Engranaje que mueve el tiempo pasado, presente y futuro. Pasado como experiencia, presente como páginas que harán historia y futuro como continuo hacer, abierto al hombre, porque todo lo que somos, sabemos, conocemos, lo que constituye nuestra vida de hombres, queda reducido al lenguaje.

Puente fiel y misterioso, tendido entre nosotros y nuestros semejantes, de silencio a silencio, sobre el que se desliza la palabra. No es un capricho, no es mera emisión de sonidos, es también floración espiritual, vida propia, porque un lenguaje, sin silencio ni vida, no es más que un fruto sin madurar. Un hombre, ante un mundo inmensamente rico en cantidad, sin lenguaje; es un hombre inmensamente pobre, porque cuando hablamos, lo poseemos todo simbólicamente.
Este mundo en continua marcha vertical y horizontal camina veloz, hacia arriba sostenido por sillares del lenguaje, celosos del pensamiento humano. Servirnos del lenguaje es hablar, y cuando hablamos, dejamos camino llano a nuestra fuerza creadora del espíritu, pues ella renueva y ennoblece el mundo. Cuando hablamos necesitamos comunicarnos, pedimos comprensión. Hablar es pasar de la idea al signo, de nuestro mundo del silencio al mundo de las realidades. Comprender es pasar del signo a la idea, en una palabra cuando nos comunicamos fundimos el signo y la idea, con el fuego del lenguaje.

Y ahora nos preguntamos; ¿Puede el hombre quedar aislado, aferrado al riesgo del volar de sus palabras, o a la triste angustia de haber nacido sin palabras? No, el lenguaje es ampliamente generoso, y por ello nos brinda la oportunidad de poder acudir al lenguaje escrito, donde las palabras no se las lleva el viento.
En él está la vida del poeta, la vida que no pasa, generaciones, razas, edades, sobre madera, papel o piedra; Esta es la eternidad humana que vamos haciendo y de él ha dicho nuestro hidalgo Don Quijote:
“Hubiéramos preferido que Adán, el creador del lenguaje oral hubiera consignado sus recuerdos y vivencias en el mejor auxiliar de memorias torpes, la escritura”.

El hombre dispone de gesto, mímica, son expresiones extralingüísticas, pero para que exista una verdadera comunicación es necesaria también una imagen del mundo, una posición frente a las cosas y ésto solo puede cumplirse plenamente por medio de las palabras. El hombre tiene que hablar.
Mediante el lenguaje el hombre es verdaderamente grande, por él alcanzamos el mundo entero del espacio más alla de la situación momentánea.

Basta mirar a los hombres, cuando se comprenden, para darnos cuenta de que están más estrechamente unidos por el lenguaje, que por el hecho de ser hombres.

Comunicarnos mediante el lenguaje es un continuo caminar de dentro hacia fuera, de idea a imagen sonora, del tú al yo, para fundirlo en el todo. Es el lenguaje nuestro feliz viajero, que explora el interior del hombre, sólo esas palabras pueden penetrar en el interior del hombre, de los demás y sólo ellas pueden reproducir, con técnica fotográfica, el pensamiento y sentido del hacer en cada momento. Por el lenguaje conocemos y se nos conoce, son las palabras pequeños riachuelos por los que discurren nuestros diversos cauce, objetivos, sentimientos y voluntades, y esto nos descubre en la cumbre de nuestra personalidad.
Largo camino hace el hombre al paso firme del lenguaje marcando la huella de la cultura, el comercio social, la apertura de la realidad, su propia configuración. Y este hombre animal político como al fin le llamó Aristóteles, gracias al lenguaje es fundamento y principio de toda civilización.

Palabras que saltan de la boca del hombre como chorros de agua viva, pero al otro lado queda retenida el agua del silencio, ahí la síntesis de los sueños, el mundo de la grandeza o ruindad del hombre. Pero la palabra es limitada, éste es el triste destino de toda creación del hombre. El hombre ser social ¿No es acaso también ser espiritual? Entonces, ¿qué palabra puede revelar el alma del hombre?. Solo nuestra buena voluntad de hombres. Lo que equivale a decir: 

“Que sin amor, el hablar no basta para entenderse”


                                                                  

lunes, 5 de agosto de 2013

Nuevo Amanacer


PRIMERA PARTE:

Sara se sentó en aquel banco en el anden de la estación, sin duda se notaba el paso del tiempo en las vías, habían perdido el brillo que tuvieron años atrás cuando por primera vez las autoridades decidieron que Sunset también merecía que el ferrocarril pasase por allí,  al principio únicamente unía la pequeña villa minera con algunas ciudades costeras, pero después comenzaron a multiplicarse las líneas, hasta existir tres o cuatro convoys diarios que unían la localidad con la capital, con todo lo que ello supuso, el comercio se expandió como nunca, la población aumentó y se comenzaron a contar por decenas de miles los habitantes, y el carbón, fuente principal de ingresos de la zona, salía a toneladas desde esa misma estación en trenes de mercancías que podían incluso llegar hasta países extranjeros, todo ello enloquecía a los habitantes de esa pequeña ciudad. 

Ahora  la escena es muy diferente, Sara no espera un tren para la capital, ni siquiera para una ciudad costera, su destino es al único al que se puede ir partiendo de Sunset, va hacia Leesburg. un pueblo de la misma comarca, también dedicado a la minería, y sumido en el mismo declive que el primero. 

Pero el viaje de Sara es bastante distinto al del resto de los cuatro o cinco viajeros que se encuentran a su alrededor, ella no viaja por motivos de trabajo, ni familiares, ni por ver a algún amigo, es más, no conoce a nadie allá donde va, pero tiene una clara y convincente razón para tomar ese tren, con un único billete de ida y sin intención de adquirir el de regreso. 

Meses  atrás su relación con uno de los terratenientes del pueblo había terminado por su propia voluntad,  aún sabiendo que renunciaría con ello a la buena casa de la que disfrutaba, a una vida estable, en la que tranquilamente podría disfrutar desde una posición acomodada y ajena a los problemas de la ciudad de una buena vida, su amor hacia ese hombre era inexistente y por tanto decidió poner fin, y comenzar de nuevo en su pueblo natal, pero a pesar de sus esfuerzos fue incapaz de ello, acceder al mundo laboral era una tarea imposible, teniendo en cuenta que el rumor de que había dejado al señor terrateniente circulaba por todo el pueblo a una vertiginosa velocidad, ya todos estaban al corriente sobre aquello, y no tardaron en tacharla como la fresca del pueblo, ante esto Sara no pudo hacer otra cosa que escapar de allí y probar fortuna unos kilómetros más allá, con el único objetivo de poder ganarse un porvenir y encontrar la felicidad por primera vez en su vida. Por eso cuando vio la cabeza del tren asomando a unos cuantos metros por el comienzo de la estación, no dudo en pensar que esta era la oportunidad de empezar de nuevo, que quizá nunca más contaría con una certeza así...

Cuando el tren comenzó a andar, unas lágrimas cayeron de los ojos de Sara, fruto de todo lo que dejaba atrás pero al poco una sonrisa iluminaba su rostro, acompañada de ilusiones, sueños y aspiraciones.

miércoles, 17 de abril de 2013

Antes de Morir (Final)



Fernando continúo cumpliendo “deseos” durante las siguientes horas, hasta casi conseguir la sensación de encontrarse en un paraíso terrenal, había realizado todo lo que deseaba, había conseguido ser feliz, y sin hacer grandes esfuerzos, en cada una de estas acciones, dejó un mensaje, para aquellos que quería o para que alguien se sintiera mejor, quizá algunos jamás serían leídos, pero al menos le habían servido para reflexionar. Faltaba apenas un minuto para que se cumplieran las veinticuatro horas, y entonces decidió sentarse en la misma habitación donde un día antes había encontrado la carta con tal noticia, estaba esperando la llegada de la muerte, eso sí, se sentía totalmente realizado, y contento, pues había cumplido con todo lo que un día soñó.

 La muerte apareció, pero con una sorpresa, le explicó a Fernando que lo había vigilado durante esas horas, y que se había dado cuenta de que no podía llevarse de la vida a una persona que había afrontado así la noticia, que había reaccionado de tal forma y que además había tratado de ayudar a sus seres queridos e incluso a desconocidos, por tanto, le perdonaba la vida. Esta noticia alegró mucho a Fernando, y cuando se lo explicó a todos los que había dado la noticia, nunca le llegaron a creer, pero no le importaba, había conseguido demostrar que nada es imposible.

lunes, 18 de marzo de 2013

Antes de Morir III


3ª Hora:

Fernando salió de la posada, y nada más salir una fuerte brisa con olor a sal le golpeó, el mar parecía revuelto, más que de costumbre, las olas rompían contra el acantilado, con un ruido que siempre le había enamorado, y aunque algunos pudieran calificarlo de estúpido, tomó una hora simplemente para contemplar el mar, para observar esa gran creación, aportándole una sensación de calma y tranquilidad que realmente necesitaba.

Se sentó sobre una roca, desde donde tenía una maravillosa perspectiva de la bahía, mientras tanto ordenaba sus prioridades sobre todo lo acontecido y sobre lo que deseaba realizar en las horas que le quedaban, sacó un trozo de papel, y su única pluma, para escribir una pequeña reflexión, no estaba dirigida para nadie en particular, sino para cualquier persona, que como él, algún día se sentase en esas mismas rocas, con la intención  de pensar, y a continuación escribió lo siguiente:

“ Querido compañero, me encuentro aquí, a fecha de hoy, pensando, en poco tiempo se me acaba la vida, y la verdad me he dado cuenta de cómo he desperdiciado el tiempo, de que en realidad no he sabido aprovechar el tiempo que he tenido, de que no lo he compartido con quien de verdad importaba, pero también que he pasado grandes momentos, y que la vida es un regalo, que no debe desaprovecharse y que no debe tomarse a la ligera, por ello te doy este consejo, te invito a que disfrutes lo que te queda, a que hagas lo que te apetezca en cada momento y que sepas ser feliz, porque no importa tanto lo que tienes, sino a quién tienes”.

Tras escribir esta pequeña carta, la dejó escondida entre las rocas, para que quizá algún día alguien la leyese, o quizá esas palabras se las llevase el viento, después de esto, tenía muy claro que quería hacer en sus próximas horas.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Antes de Morir II


Fernando se dirigía con buen ritmo hacia la posada del pueblo, tenía ganas de disfrutar de su plato favorito, quería probar, una vez más, ese salmón que tanto le gustaba. Mientras caminaba una serie de interrogantes se encontraban en su cabeza: ¿Por qué a él? ¿Qué debe hacer? ¿Por qué la muerte le ha avisado? Y así una larga lista de preguntas sin respuesta que era incapaz de comprender.

Continuó su camino hasta llegar a la puerta de la posada, cuando estuvo allí se asomó por la ventana, la posada estaba especialmente decorada con unos adornos que caían desde el techo, Ana, la posadera desde hacía años, mostraba un rostro de cansancio, no daba abasto con tanto trabajo. Fernando se dispuso a entrar, recibiendo la mirada de las veinte o treinta personas que se encontraban en el interior, Ana lo dirigió a una mesa individual. No hizo falta que le preguntase que quería tomar, estaba claro que el salmón con eneldo era el plato elegido.

Ana se retiró a la concina, mientras tanto Fernando que esperaba decidió escribir una pequeña nota a la quien le había atendido en la posada desde hacía años, la nota decía así:
“ Querida Ana:  gracias por tu servicio durante estos años, ahora debo marchar, no sé a dónde voy, si volveré o no, y qué me espera, pero pensé que sería correcto despedirme de ti aunque fuese a través de una humilde nota.”

Ana apareció de nuevo en el comedor, cargada con una bandeja, en ella estaban la ración de salmón y una copa de los mejores vinos. La dejó sobre la masa y Fernando comenzó a saborear, por última vez, su plato favorito, lo hizo sintiendo todos los sabores que le transmitía, observando cada minúsculo detalle, y valorando más que nunca ese plato. Cuando terminó dejó unas cuantas monedas de oro sobre la mesa, acompañadas de una pequeña propina para Ana, se marchó, habiendo cumplido con uno de sus deseos, concluyendo así con la segunda hora antes de morir.

martes, 1 de enero de 2013

Antes de Morir I


En una tierra lejana, en uno de esos pequeños condados que ni siquiera aparecen en los mejores mapas, vivía Fernando, un honrado campesino  que atravesaba una mala época, vivía como podía, y no tenía unos grandes ingresos, pero a pesar de ello,  era feliz. Cierto día estaba tan agotado de trabajar las tierras del campo que cuando llegó a su humilde hogar no tardó en dormirse, pero quizá desearía no haberse ido nunca a dormir, tuvo un sueño espantoso, en él se le apareció la muerte, advirtiéndole que únicamente le quedaban veinticuatro horas de vida y que después,  todo terminaría. El campesino despertó sobresaltado, no sabía si era realidad o si era una simple pesadilla, pero cuando leyó la carta que estaba sobre su escritorio, no tuvo dudas. Estaba escrita en cursiva con una impecable caligrafía,  y venía a comunicarle que su sueño era tan real como el papel que portaba en su mano.

El campesino, que vivía solo y era conocido como un ermitaño, se asustó mucho, no sabía que pensar, y tras un escaso momento de reflexión decidió que, ya que iba a morir, debería aprovechar esas horas , ya fuera cumpliendo objetivos, metas, o simplemente disfrutando de lo que parecía que iba a terminar.

1ª Hora:
Durante esta hora, pensó en realizar demasiadas cosas, por lo que, tras ordenar sus prioridades, en lo cual perdió casi la mitad de ésta, decidió ir a visitar al que consideraba su único amigo, el cual no vivía excesivamente lejos de su morada. Anduvo durante no mucho tiempo, y cuando llegó, sin comunicarle absolutamente nada de lo acontecido en su sueño, se echó a sus brazos, y le explicó que quería pasar un rato con él, decidieron ir de pesca, aprovechando que su casa se encontraba cerca de un sitio ideal para practicarla, pero al poco rato y cuando sólo habían conseguido algunas piezas, Fernando le comunicó a su amigo que debía marchar, concluyendo así su primera hora antes de morir. Había gastado una de sus horas, pero había compartido con su amigo una afición que siempre les había unido y además colocó en su abrigo una carta de despedida, la cual confiaba en que no leyera hasta que hubiera fallecido. La carta venía a decir lo siguiente:

“ Estimado amigo:
Supongo que mereces una explicación de lo acontecido, si he fallecido, porque el destino así lo quiso, pero, por suerte, conté con el privilegio de poder disfrutar mis últimas horas y , por ello, una de éstas decidí gastarla contigo, durante estos años, he disfrutado mucho de tu compañía y me siento muy afortunado de haberte conocido, te deseo que mi ausencia no te cause trastorno alguno y que disfrutes al máximo.
Un abrazo Fernando”